Viaje a Hong Kong. Qué ver y qué hacer en el Manhattan asiático

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Hace 20 años, la bandera británica fue arriada en Hong Kong. Desde entonces, esta Región Administrativa Especial de China funciona bajo el lema «un país, dos sistemas». En este aniversario, pasamos 48 horas en el Manhattan asiático para impregnarnos de esta ciudad de contrastes: de los rascacielos de Central a la playa de Repulse Bay; del caótico Ladie’s Market al sereno templo de Man Mo. El taoísmo viaja en Rolls Royce mientras una Sinfonía de Colores alumbra cada tarde Victoria Harbour.

Al caer la tarde, las luces de los rascacielos de Hong Kong se reflejan en las tranquilas aguas de Victoria Harbour. El impresionante skyline de la ciudad contrasta con el majestuoso paso del Aqua Luna, el junco chino más famoso del puerto, reconocible en el horizonte por sus velas rojas. Contemplamos esta bella panorámica desde la terraza del hotel Kerry, un flamante cinco estrellas de la cadena Shangri-La recién inaugurado en la bahía de Kowloon, al sur de la isla.

Un repartidos con la camiseta "Lost in Hong Kong" en medio del tráfico.Kike Palacio
Un repartidos con la camiseta «Lost in Hong Kong» en medio del tráfico.Kike Palacio

Al poco de aterrizar en el aeropuerto Internacional Chek Lap Kok, diseñado por Norman Foster, comprobamos que, el cadencioso Hong Kong de los años 60 que retrató Wong Kar-Wai en In the mood for love, apenas se parece ya a esta Manhattan asiática del siglo XXI. Una ciudad vertical con más de 1.200 rascacielos y una de las densidades de población más altas del planeta: 6.544 habitantes por kilómetro cuadrado.

Desde 1997, la antigua colonia británica es, junto a Macao, una Región Administrativa Especial de China (SAR) que opera bajo el lema «un país, dos sistemas». Para entendernos: aquí conviven el Festival de los Faroles con las carreras de caballos de Happy Valley. Con una población de 7 millones de habitantes repartidos en sólo 1.130 km2, su territorio incluye la isla de Hong Kong, la península de Kowloon, los Nuevos Territorios y un rosario de 265 islas.

Dos escolares pasean uniformadas por Nathan Road, la avenida principal de Kowloon.Kike Palacio
Dos escolares pasean uniformadas por Nathan Road, la avenida principal de Kowloon.Kike Palacio

Para ver desde arriba al «hijo pródigo de China» subimos a Victoria Peak (Pico Victoria), que con sus 552 metros es la montaña más alta de la región. Cada año recibe unos 7 millones de visitantes: sus alucinantes vistas nunca defraudan. Lo ideal es subir en el tradicional tranvía, inaugurado en 1888 (hasta esa fecha los hongkoneses transportaban en silla a los ricos colonos, cargándolos a la espalda). Sin embargo, para evitar colas optamos por pedir un taxi que nos deja en el Peak Tower, un mirador con forma de yunque con la mejor terraza panorámica: Sky Terrace 148.

Frente a la cosmopolita y superfashion Hong Kong Island, sede financiera y empresarial de la región, se erige la alborotada y consumista Kowloon, que en otros tiempos fue una ciudad amurallada al margen de la ley. Para explorar el área de la bahía, la zona más relajada de la ciudad, nos detendremos en Hung Hom, Kowloon Bay y To Kwa Wan.

En el barrio antiguo de Hung Hom aún perviven el Lux Theatre, un cine clásico inaugurado en 1970; el templo al aire libre Fut Tak, construido durante la dinastía Song; la hamburguesería local Si Sun Fast Food, conocida por ser la primera abierta en Hong Kong; o la sencilla librería de alquiler Hap Shingespecializada en cómics, en cuyas estanterías reinan dos estrellas globales de las artes marciales como Bruce Lee y Jackie Chan. La estatua del primero reina en la Avenida de las Estrellas, en el distrito de Tsim Sha Tsui, pero el turístico lugar estará cerrado por reformas hasta finales 2018.

El tradicional junco Aqua Luna, reconocible por sus velas rojas, surca las aguas de Victoria Harbour con los rascacielos de la isla al fondo.Kike Palacio
El tradicional junco Aqua Luna, reconocible por sus velas rojas, surca las aguas de Victoria Harbour con los rascacielos de la isla al fondo.Kike Palacio

DE ORQUÍDEAS Y BOLAS DE PESCADO

Ya en el barrio de To Kwa Wan nos adentramos en Cattle Depot, un antiguo matadero reconvertido en centro cultural donde varios artistas trabajan en talleres alquilados por el Ayuntamiento. Tras charlar con ellos, paramos en un puesto de comida al aire libre (los llamados dai pai dongs) para probar un egg waffle, hojaldre relleno de crema pastelera a base de huevo. Es uno de los tentempiés más populares junto a las bolas de pescado o el put chai ko, un flan de arroz pegajoso.

Sin tiempo para visitar el Parque Kowloon, principal pulmón verde de la ciudad, nos decantamos por Hoy Sahm Park, más recoleto y diseñado bajo los preceptos del feng shui. Y desde aquí nos desplazamos al Mercado de las Flores y al Mercado de los Pájaros, muy próximos entre sí. Casi un centenar de floristerías brotan en Flower Market Road, un vergel especialmente frecuentado por los locales cuando se acerca el Nuevo Año Chino. Una de las tiendas más estilosas es Hay Fever, especializada en orquídeas -la Bauhinia blakeana es la flor oficial de Hong Kong y está presente en su bandera desde 1997- y en bonsáis japoneses. Luego paseamos por el Bird Garden de la calle Yuen Po y sus 70 puestos de aves canoras, donde pían desde jilgueros a cacatúas. La mayoría se exhiben en bonitas jaulas de bambú decoradas con comederos de porcelana.

La tranquila playa de Repulse Bay está situada en una de las áreas más exclusivas de Hong Kong.Kike Palacio
La tranquila playa de Repulse Bay está situada en una de las áreas más exclusivas de Hong Kong.Kike Palacio

En busca de trinos más urbanos nos dirigimos a la calle Nathan Road, que recorre la península de Kowloow de sur a norte, desde Tsim Sha Tsui hasta Mong Kok. Pasear de noche por esta «milla de oro» es toda una experiencia: miles de neones anuncian tiendas de electrónica, hoteles, restaurantes, herboristerías, sex shops

Al día siguiente, tras hacer unos largos en la piscina infinita del hotel, nos dirigimos en autobús a Repulse Bay Beach, una de las zonas más exclusivas de Hong Kong, al sur de la isla. Rodeada de verdes montañas y con forma de media luna, la playa luce casi desierta a primera hora de la mañana. En el paseo marítimo tomamos un café helado en Classified, de ambiente chic y con buena selección de quesos y ensaladas. Sin salir del distrito Sur nos dirigimos a Stanley Village, localidad que toma su nombre de Lord Stanley, quien ejerció de secretario colonial británico cuando Hong Kong se cedió a Reino Unido. Allí comemos en el restaurante Boat House, especializado en marisco y con vistas al muelle. En las laberínticas calles de Stanley Market se venden desde joyas de jade a láminas de Yue Minjun, uno de los pintores contemporáneos chinos más cotizados.

Paseando por Hollywood Road encontramos numerosas galerías de arte, tiendas de antigüedades y locales de moda.Kike Palacio
Paseando por Hollywood Road encontramos numerosas galerías de arte, tiendas de antigüedades y locales de moda.Kike Palacio

Tras el imprescindible regateo no está de más un chute de espiritualidad en Man Mo Temple, un templo taoísta situado en Hollywood Road, en el distrito Central. Una placa insta a los visitantes a dejar fuera los intereses y prejuicios egoístas. Construido en 1848 durante la dinastía Qing, está dedicado al dios de las letras (Man) y al de la guerra (Mo) y sorprende por las enormes espirales de incienso que cuelgan del techo. La nube de humo que nos envuelve, atravesada por haces de luz natural, invita al recogimiento. Pero si por algo destaca Hollywood Road es por sus tiendas de antigüedades y galerías de arte contemporáneo. En el número 70, por ejemplo, está Arch Angel Antiques, que atesora piezas de terracota y porcelana de alta calidad cuya antigüedad se remonta al Neolítico, recorriendo las dinastías Han, Tang y Ming.

En Stanley Market puedes encontrar desde joyas de jade a láminas de Yue Minjun, uno de los pintores chinos más cotizados. El regateo es obligado.Kike Palacio
En Stanley Market puedes encontrar desde joyas de jade a láminas de Yue Minjun, uno de los pintores chinos más cotizados. El regateo es obligado.Kike Palacio

COMPRAS A GO GÓ

Para rematar la tarde, tomamos un cóctel en The Iron Fairies, un pub de moda con música en directo que recrea una antigua mina de hierro. Casi a la carrera regresamos al hotel Kerry para contemplar la Sinfonía de Colores desde la terraza del bar Red Sugar: 40 edificios se encienden a las 20.00 h de la tarde conformando un espectáculo de luz y sonido que está registrado en el Libro de los Récords. También es posible disfrutar del show a bordo del Star Ferry, la embarcación más antigua de Hong Kong (funciona desde 1898), que conecta Kowloon con la isla. El agradable paseo en este barco cuesta 2,5 HKD, unos 25 céntimos de euro.

El último día nos dirigimos en un barco privado a un pueblecito de pescadores llamado Lei Yue Mun. Durante la travesía contemplamos boquiabiertos los rascacielos de Victoria Harbour, desde el International Commerce Centre (el más alto de Hong Kong, con 484m) a la Torre del Banco de China (415). Asentado sobre palafitos, Lei Yue Mun resiste heroico a estos gigantes de acero y cristal. Tras atracar junto al mercado de pescado fresco y recorrer los diferentes puestos -una cría de tiburón nada desafiante en su pecera- almorzamos en un restaurante cercano.

El transporte público de Hong Kong incluye tranvías de dos plantas.Kike Palacio
El transporte público de Hong Kong incluye tranvías de dos plantas.Kike Palacio

Paraíso del shoppingHong Kong cuenta con centros comerciales de lujo como Landmark, Harbour City o Pacific Place. Pero preferimos callejear, y nada mejor que recorrer Ladie’s Market, con más de cien puestos que se extienden a lo largo de un kilómetro por Tung Choi Street, en el distrito de Mong Kok. Braguitas, gatos de la suerte, relojes de imitación, camisetas de Bruce Lee y demás baratijas se mezclan en este rastrillo no apto para indecisos. ¿Qué tal una camiseta con el lema «Lost in Hong Kong»? Más trasnochador y canalla es el cercano Mercado Nocturno de Temple Street, donde los puestos de electrónica conviven con los talleres de caligrafía, los karaokes al aire libre y las casetas de los videntes.

En medio de este barullo, resulta imposible rescatar aquel Hong Kong que retrató Wong Kar-Wai en In the mood for love. Pero aún paladeamos su sabor a dim sum, que en cantonés significa «tocar el corazón».

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