Valentín Fuster: «Estamos prolongando la vida con un coste muy elevado»

Compartir

Le llaman «el apóstol del corazón». Charlamos con Valentín Fuster, toda la vida dedicada a luchar contra las enfermedades cardiovasculares. Acaba de cumplir 76 años convencido de que muchos infartos se podrían evitar.

Más de 17 millones de personas mueren cada año de enfermedades cardiovasculares en el mundo, y se calcula que en 2030 la cifra superará los 23 millones. Pese a todo, «la mayoría de estas muertes es evitable», afirma el eminente cardiólogo y científico Valentín Fuster (Barcelona, 20 de enero de 1943), que ha dedicado gran parte de su vida a luchar contra esta epidemia silenciosa. Conocido como «el apóstol del corazón» por su actividad investigadora y divulgadora, Fuster es director y médico jefe del prestigioso Instituto Cardiovascular del Hospital Mount Sinaí de Nueva York y director del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) en Madrid. Compagina ambas funciones viajando al menos una vez por semana de Nueva York a Madrid. Pero, lejos de desgastarle, este puente aéreo transoceánico le insufla energía porque siempre regresa motivado: «En el CNIC lidero un equipo de unos 400 investigadores jóvenes y siento que contribuyo a algo importante para España», confiesa durante la entrevista en este centro de excelencia, antes de dar una multitudinaria charla en la Fundación Juan March.

Sus investigaciones sobre el origen de los accidentes cardiovasculares, que han contribuido a mejorar la prevención y el tratamiento de los infartos, le valieron en 1996 el Premio Príncipe de Asturias de Investigación. Y en 2014, el título de marqués por su «destacado y constante trabajo en investigación cardiovascular y su meritoria labor docente». Su presencia y currículo imponen respeto: autor de más de 900 artículos científicos y doctor honoris causa por 34 universidades, es el único cardiólogo que ha recibido los máximos galardones de las cuatro principales asociaciones internacionales de Cardiología. El contacto diario con los pacientes también le ha ayudado mucho, «porque veo los problemas e intento solucionarlos». Conocer de cerca la ansiedad y el sufrimiento de los enfermos, ya sea un bróker de Wall Street o un sin techo del Bronx, le ha permitido adentrarse en el alma humana. «Ante un infarto, la respuesta emocional es la misma», asegura este aristócrata del corazón.

El expresidente de la Asociación Americana del Corazón y de la Federación Mundial del Corazón reconoce que ejercer estos cargos le cambiaron la vida: «De ser un científico que entendía la enfermedad pasé a ser un científico que entendía la salud», dice el autor de libros como Corazón y mente, Monstruos supersanos y El círculo de la motivación. Obsesionado con promover hábitos saludables a través de la educación (es asesor de Barrio Sésamo) dirige la Fundación SHE (Science, Health and Education), orientada a los más jóvenes. Casado y padre de dos hijos, compagina una agenda de infarto con su mayor afición: el ciclismo. Es de los de mente fría y corazón caliente.

PREGUNTA. ¿Hay algo que aún le sorprenda del corazón?

RESPUESTA. Desde un punto de vista mecánico, sabemos muy poco de este órgano vital. Late millones de veces durante la vida de un individuo y permanece casi intacto. En cambio, un avión cruza cuatro veces el océano y lo tienen que reparar. Conozco bien la enfermedad y cómo tratarla, pero, ¿cómo es que el corazón, que mecánicamente es tan complejo, no necesita reparación? He hablado con muchos físicos y no tienen ni idea. Lo que sí le puede asegurar es que somos nosotros quienes lo estropeamos.

P. Hoy he desayunado café con leche, zumo de naranja natural y una tostada integral con aceite de oliva virgen y jamón ibérico de bellota. ¿Voy por buen camino, doctor?

R. Usted va por buen camino, pero le quiero preguntar qué ha comido y qué va a cenar.

P. Picoteé algo mientras remataba esta entrevista y aún no sé lo qué voy cenar.

R. La salud cardiovascular no depende sólo de la dieta. A mis pacientes les pregunto: «¿Están cuidándose el tabaquismo? ¿Hacen ejercicio físico? ¿Comen adecuadamente? ¿Cuál es su colesterol? ¿Y su azúcar en sangre?». Lo esencial no es sólo cómo desayunamos, sino si tenemos en cuenta todas las variables importantes para la salud, que hay que ver en su conjunto.

P. Las enfermedades cardiovasculares siguen siendo la mayor causa de muerte en países desarrollados, seguidas del cáncer. ¿Hace falta insistir sobre los factores de riesgo?

R. La gente lo sabe de sobra. Hay siete factores de riesgo: obesidad, presión arterial alta, colesterol elevado, diabetes, tabaquismo, nutrición inadecuada y falta de ejercicio físico. En algunos de ellos hay un origen genético, pero la mayoría son consecuencia de la sociedad de consumo y de las decisiones que uno toma. A mí no me impresiona lo que ha desayunado. Me impresionaría si me dice que antes ha salido a correr, que no fuma, que tiene controlada su presión arterial…

P. Le llaman «el apóstol del corazón». ¿Predica usted con el ejemplo?

R. Yo no soy ejemplo de nada, pero soy una persona con mucho método. Me sirve para levantarme y acostarme a la misma hora (llega a su despacho puntual a las 4.45 de la madrugada); y llevar un ritmo de vida muy acelerado pero con mucho orden. Esto me evita la neurosis.

P. Creo que el método lo aprendió de los jesuitas.

R. Sí, los jesuitas me inculcaron un método de estudio que aún empleo. Me educaron con ese rigor. Cuando empiezo con un proyecto siempre pienso en la estrategia que voy a emplear para que se materialice.

P. ¿La búsqueda de la excelencia se la inculcaron en casa?

R. Sí. Tenga en cuenta que mi abuelo paterno fue médico y el materno, además de médico, fue rector de la Universidad de Barcelona y senador. Mi padre fue uno de los psiquiatras más prestigiosos de este país. Dirigía tres hospitales psiquiátricos en Barcelona: el de San Pablo y Santa Cruz, el de la Bonanova y un sanatorio privado. Mi madre trabajaba con él en temas de administración y de personal. El trabajo de mis padres en aquella clínica y su trato con los pacientes tuvo gran influencia en mi vida. Supongo que de ahí procede mi empatía hacia todo aquel que padece y un enorme respeto hacia el sufrimiento de los demás. Como cardiólogo estoy acostumbrado a palpar la ansiedad y la angustia por la supervivencia, y de alguna forma he aprendido a entrar en el alma humana.

P. ¿Se considera una persona creyente?

R. Lo que sí creo es que esta vida tiene un sentido.

Un gran deportista

Menor de una familia de cinco hermanos, Fuster disfrutó de una infancia sin corsés. «Me sentía especial en términos de libertad», recuerda en el documental El corazón resiliente. «Y eso siempre ha sido uno de mis objetivos en la vida: sentirme libre. La libertad lleva a la creatividad, y la creatividad a esa edad es idealismo. Yo era muy creativo. Siempre he tenido mucha determinación, con todo. Pero si veo que algo es imposible lo dejo. Competía en tenis a nivel nacional, pero un día me di cuenta de que nunca iba a ser un Rafa Nadal y decidí dejarlo. No hago las cosas a medias». Fue en un club de tenis donde conoció a su primer mentor, el doctor Pedro Farreras Valentí, autor de un libro de Medicina que fue referencia en su época. «Un día me dijo: ‘Serás un médico fantástico’. Pero no creí que lo dijera en serio. Él me alentó cuando yo pensaba que no era nadie».

Cuando Farreras tuvo un ataque cardíaco a los 40 años (murió de infarto a los 52), animó a su pupilo a ser cardiólogo y más tarde a ir a Inglaterra para estudiar Patología. En la Universidad de Liverpool, el joven Fuster conoció a Harold Sheehan, que le orientó en su vocación. «En una ocasión este gran patólogo me mostró una fotografía con un coágulo de plaquetas de un paciente que había muerto de infarto. Le pregunté si estaba relacionado con el infarto y me respondió: ‘No lo sabemos. Puede ser la causa o la consecuencia. Pero hay algo que sí puedo decirte: deberías escribir una tesis sobre esto’. Y eso fue lo que hice».

P. ¿Vivimos en una sociedad de infarto: ¿recibe muchas llamadas desesperadas de sus pacientes?

R. [Sonríe]. Cuatro o cinco a la semana. Cualquier aspecto que atañe a la salud del corazón es dramático. Yo llevo el móvil encima porque en cualquier momento me puede llamar un paciente angustiado.

P. España tiene ya tantos fumadores como antes de la ley antitabaco (34% de adultos). ¿No es descorazonador?

R. Desconozco la metodología de este estudio. Lo que puedo decir es que el tabaquismo es uno de los problemas de esta sociedad. Lo importante es cómo podemos vencer a la industria tabacalera, que se protege a sí misma tras un sistema legal inexpugnable.

P.  Según The Guardian, «España es el mejor país para nacer». El diario británico se preguntaba por qué tenemos la mayor esperanza de vida de la OCDE (83 años), sólo después de Japón…

R. A costa de prolongar la vida con un coste muy elevado. Es el precio de la tecnología. Durante este mes estoy al cargo del departamento de cuidados intensivo del Mont Sinaí, y de los 14 enfermos que están ingresados, hay seis intubados. Me pregunto si realmente vale la pena todo lo que estamos haciendo desde el punto de vista tecnológico. ¿Cómo va a estar este individuo, desde un punto de vista cognitivo, cuando se vaya a casa? Usted me habla de la esperanza de vida, pero a mí me gustaría estudiar a los enfermos de Alzheimer y compararlos con los de otros países.

P. ¿Qué relación hay entre el Alzheimer y las enfermedades cardiovasculares?

R. Muchos de los factores responsables de la enfermedad cardiaca afectan a los pequeños vasos del cerebro, contribuyendo a la demencia. El problema del 25% o 30% de enfermos con demencia es que no se han tratado el colesterol, la presión arterial alta, la diabetes… Si todo esto está fuera de control, puede ocurrir que los pequeños vasos del cerebro se cierren y causen microinfartos que dan lugar a problemas cognitivos. El Alzheimer es más complejo, pero hay también un componente vascular.

P. ¿Qué es la polipíldora y qué ventajas ha supuesto?

R. Las personas que han sufrido infarto cerebral o de miocardio necesitan tomar varias píldoras al día. Sin embargo, muchas dejan de hacerlo, porque a más medicación, más baja es la adherencia. A lo largo de 12 años, nosotros [el CNIC en colaboración con la farmacéutica Ferrer] hemos desarrollado una polipíldora que engloba tres componentes distintos: aspirina, para prevenir coágulos de sangre; estatina para bajar colesterol y prevenir segundos infartos, y ramipril, un inhibidor de la ECA [enzima convertidora de la angiotensina] para que los vasos sanguíneos se mantengan saludables. Este medicamento ya se ha aprobado en casi 50 países, y estamos estudiando si tomarlo disminuye los eventos cardiovasculares.

P. Otro de sus frentes de trabajo es el Informe PESA del CNIC-Santander. ¿En qué consiste exactamente?

R. Es una investigación cuyo objetivo es detectar la aterosclerosis [endurecimiento de las arterias debido a la acumulación de sustancias grasas en las paredes internas, lo que impide el flujo sanguíneo] en sus etapas iniciales, y analizar su evolución. En la investigación han participado 4.000 empleados sanos del Banco Santander, entre los 40 y 54 años, que no habían sido diagnosticados de enfermedad cardiovascular [angina de pecho, infarto de miocardio o ictus]. Se trata de encontrar marcadores de imagen y bioquímicos de las fases tempranas de la enfermedad cardiovascular.

P.  ¿Qué le motiva a sus 76 años?

R. En el CNIC lidero un equipo de unos 400 investigadores jóvenes y siento que contribuyo a algo importante para España. Es la razón por la que, desde hace 12 años, vengo a Madrid casi una vez por semana. La motivación pone al individuo en marcha, es como un motor. Tiene dos componentes: uno estoy convencido de que es hereditario (hay gente que está siempre con el motor en marcha y gente que se quedaría en la cama todo el día) y otro adquirido (cuando nos exponemos a circunstancias que nos dan fuerza y vitalidad). Yo he tenido la suerte de contar con los dos y trato de contagiar a los que me rodean. Hay muchos médicos jóvenes que me dicen: «Es que no vale la pena ir al extranjero, porque en Madrid tengo una institución que hace lo mismo». Yo los mando fuera, porque exponerse a una cultura nueva es muy motivador.

P.  ¿Por qué hacemos propósitos de Año Nuevo (ir al gimnasio, dejar de fumar, empezar una dieta) que luego no cumplimos?

R. Porque miramos a corto plazo. Es muy fácil decir: «A partir del 1 de enero voy a ser otra persona». Suena bien, pero la posibilidad de que esta promesa no se cumpla es casi de un 100%. A mí me gustan los retos a largo plazo.

P.  Ha subido en bici cinco veces el Tourmalet y se ha propuesto volver a hacerlo a los 80 años…

R. Bueno, cada año subo un puerto del Giro de Italia del Tour de Francia. El verano pasado coroné el Col de Portet ( 2.215 m), que es más duro que el Tourmalet.

P.  Ha sido propuesto para el Premio Nobel de Medicina. ¿Es algo que le quita el sueño?

R. No me hable de eso, prefiero no comentar nada.

P.  ¿El independentismo puede ser un factor de riesgo para la salud cardiovascular de este país llamado España?

R. Lo único que le puedo decir es que siempre miro al futuro, más que al presente. Mi política es el futuro, ver cómo podemos hacer una sociedad mejor.

P.  En una ocasión dijo que «en España se pierde mucho tiempo en luchar unos contra otros».

R. [Se ríe]. No me meta en líos. Yo le he dicho cómo pienso. Si estoy en España es porque intento en cierta manera ayudar a este país, que me ha dado tanto.

P.  ¿Se considera una persona feliz?

R. Mucho. Pero la definición de felicidad probablemente no es la suya.

P.  ¿Cuál es la suya?

R. Me siento feliz cuando me siento motivado. Momentos malos los tiene todo el mundo, la cuestión es cómo pones el motor en marcha. Mi felicidad es crear. Pero lo más importante no es la felicidad, sino la autoestima. Es decir, creer en ti mismo aunque las cosas te vayan mal, y hacer lo posible para superar las circunstancias adversas. El problema de la sociedad actual es que dependemos de la opinión de los demás.

Si a eso unimos la sobreexposición en las redes sociales…

P.  ¿Usted cree que esa gente que anda criticando a todo el mundo es feliz?

R. No puede ser feliz. Parecen dioses, pero su autoestima probablemente es cero.

Corazón de ciclista

Metódico y disciplinado, Valentín Fuster intenta reservar en su apretada agenda diaria un hueco para practicar deporte, al menos, "cuatro días a la semana", dos de ellos, siguiendo las instrucciones de un entrenador personal que acude a su domicilio neoyorquino para darle ese pequeño empujón que necesita cuando flaquea la voluntad (o las fuerzas). Al finalizar su jornada laboral, el afamado cardiólogo catalán de 76 años todavía tiene el coraje suficiente para tirar de una fortaleza física y mental (de la que carecemos la mayoría de los mortales) y, en lugar de dejarse seducir por los cantos de sirena del sofá, se sube al sillín de la bicicleta estática que tiene en su piso para dar rienda suelta a una de sus grandes pasiones, el ciclismo. Su rodaje casero no es casual. Forma parte de un plan estratégicamente pensado por alguien que no deja nunca ningún detalle al azar. Como si de un ciclista profesional se tratara, Fuster quiere llegar lo más fino posible al verano para ofrecer su mejor versión a lomos de su caballo de hierro. Su gran reto deportivo estival es enfrentarse a los puertos más míticos del Tour o del Giro, como él mismo relata en "El Círculo de la Motivación", libro en el que contó con la colaboración de Emma Reverter. Actividad física eminentemente aeróbica, el ciclismo es, por su nulo impacto para las articulaciones, una de las opciones más recomendables para ejercitarse en la madurez. "Hago bicicleta estática, aunque no soy lo regular que debería porque tengo mucho trabajo. Intento llegar a casa a las ocho para cenar con mi mujer, y hacia las 10 hago una hora de ejercicio. No necesito dormir más de cuatro horas. Durante mis vacaciones de verano en Cardona, el pueblo de mi mujer, dedico al menos 10 días a subir las montañas en bicicleta, unos 70 kilómetros diarios", cuenta. Con cada pedalada, además de mejorar nuestra resistencia, se fortalece el tren superior. El escenario ideal sería completar las sesiones en bici con rutinas de fortalecimiento de "core" y unas buenas sesiones de estiramiento para descargar cuádriceps y gemelos.

Por Gema García Marcos

Scroll al inicio