Oteyza

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Desde 2011, esta pareja, fundadores de Oteyza, reivindica la moda de raíz más española con un rotundo giro contemporáneo. «Transgresión tranquila», lo llaman, pero de tranquila tiene poco: en Florencia, Londres o Nueva York ya se han enterado. Sus desfiles llenan teatros.

Son las 10 de la mañana de un viernes de enero y una multitud aguarda expectante el estreno del Teatro Español. Pero no se trata de una sesión matutina de El sueño de la vida, la obra en cartel, sino de la presentación de Lances, la colección otoño/invierno de Oteyza dentro de la Semana de la Moda de Madrid. Creada en 2011, esta joven firma de moda clásica masculina ha sacado del baúl de la Historia prendas como la capa española, la galerna o el sombrero cordobés y las ha reinventado para hilvanarlas con la modernidad. «Nuestra mirada no es nostálgica, sino orgullosa», afirman sus fundadores y directores creativos, Paul García de Oteyza (Madrid, 1977) y Caterina Pañeda (Madrid, 1980), flamantes ganadores del Premio Nacional de Moda 2018 en la categoría de Emprendimiento Innovador.

Algunos expertos aseguran que Oteyza «es lo mejor que le ha pasado a la moda en décadas». Con sólo siete años de trayectoria, los madrileños (padres de dos hijos y esperando el tercero) pueden presumir de haber inaugurado en dos ocasiones Pitti Uomo, la prestigiosa feria anual de moda masculina. En 2016 cortaron en directo una capa de seis metros y la bailaron ante los popes del sector bajo los acordes de Entre dos aguas de Paco de Lucía. «Nos atrae el riesgo». La atención mediática que recibieron en la feria florentina (salieron en el New York Times y el influyente blog The Sartorialist reseñó uno de sus looks) les abrió las puertas de la Fashion Week Madrid. En la pasarela madrileña tampoco pasaron desapercibidos: si a su primer desfile (Renaceres) llevaron varias ovejas merinas de variedad negra para reivindicar su preciada lana, para el segundo (Raíces) vistieron a los bailarines del Ballet Nacional de España con capas y capotes. «La performance se viralizó y ya ha tenido 40 millones de visitas«, aseguran.

Junto a Balenciaga

En 2018 colaboraron con la Fundación Mapfre en la exposición Zuloaga en el París de la Belle Époque, 1889-1914 y con el Teatro Real en la creación de prendas de vestuario. Y estos días, dos de sus capas se exhiben en la muestra Modus. A la manera de España de la Sala Canal de Isabel II de Madrid junto a piezas emblemáticas de Balenciaga o Pertegaz. «Para nosotros ha sido uno de los momentos más emocionantes de nuestra corta carrera, incluso más que los premios [en 2017 fueron finalistas del Nacional de Moda en la categoría de Nuevo Valor]. Estar aquí supone formar parte del patrimonio cultural de tu país, y eso no tiene precio», comentan nuestros protagonistas en su tienda-taller de Conde de Xiquena 11, en el barrio madrileño de Chamberí.

Movimiento, geometría y simplicidad son los pilares donde se asienta su «laboratorio de creatividad», que tiene tres líneas de negocio: sastrería tradicional (100% artesanal), semiindustrial (las prendas se fabrican en Portugal y se afinan en el taller) y prêt-à-porter (orientado a pasarela, compradores externos y venta online). «Aquí sólo despachamos las dos primeras líneas», precisan.

A pesar de sus antecedentes familiares, ninguno se había planteado dedicarse a este oficio. Cuando se conocieron, Caterina trabajaba como traductora freelance y Paul, economista de formación, en el departamento de marketing de una multinacional farmacéutica. «No éramos felices en nuestras profesiones, y en plena crisis decidimos reinventarnos«. Un buen día Paul se enteró de que la sastrería donde se hacía las camisas a medida echaba el cierre. «¿Y si la cogemos?», tentó a su pareja. En 2011 abrieron Sastrería 91, el origen de Oteyza.

El primer año se matricularon en La Confianza, la escuela de la Asociación de Sastres de España. «Pero no con el fin de convertirnos en sastres, porque es un oficio que requiere más de 10 años de taller, sino para profundizar en la sastrería y rodearnos de los mejores profesionales. Cuando tuvimos esa base empezamos a forjar nuestra identidad», aclaran estos «artesanos tenderos» que aún no se consideran «ni sastres ni diseñadores».

Mientras ahondaban en la historia de la moda española descubrieron al guipuzcoano Juan de Alceaga, que en el siglo XVI escribió un tratado de geometría aplicada al oficio de la sastrería. «Él fue el primer sastre de capas». En 2015, a los cuatro años de abrir la tienda, debutaron en Pitti Uomo apostando por esta prenda, que presentaron en colores verdes y grises. «Nuestro objetivo era que se hablara de la sastrería española, porque sólo se conocían la inglesa y la italiana. Nuestra identidad estaba desdibujada». Tras reflexionar «con cierto pesar» sobre la evolución de la moda masculina consideran que esta se encuentra en un estado de letargo y hace falta un cambio de paradigma: «Desde hace 200 años, el traje de tres piezas masculino sigue siendo hegemónico, apenas ha evolucionado. El hombre antes se vestía con bordados, destacaba más que la mujer, pero en la actualidad está en un segundo plano absoluto. Nosotros reivindicamos que ambos estén a la misma altura, por eso estamos haciendo una transgresión tranquila», comentan.

En la calle

Se ha dicho que Oteyza viste al hombre femenino, «pero más bien apelamos al hombre con sensibilidad», señala Paul, que además de trazar y cortar las telas en su taller es presidente de la Asociación Española de Sastrería y profesor de Moda Masculina en el Istituto Europeo di Design (IED Madrid), una cátedra que Oteyza creó el pasado año junto a esta prestigiosa escuela y la agencia Efe. «Muchos estudiantes crean colecciones basándose en estímulos fútiles que se prenden y se desprenden. Y tienen que conocer nuestras raíces, la influencia de la religión en la moda, etcétera, para así poder defender su propio discurso con más profundidad», concluye este tendero con maneras de dandi. Estudioso de su oficio, suele buscar inspiración en el Museo del Traje de Madrid, en la Biblioteca Nacional o en el Museo del Prado, donde alucina ante las túnicas de El Greco o las capas de Zuloaga.

Si algo desprende el discurso de Oteyza es respeto a las raíces, creatividad y coherencia. Pero…, ¿su ropa es fácilmente trasladable a la calle? «Hacemos muchas prendas para gente joven, pero, al final, vendemos trajes más convencionales con algún detalle evolutivo: una chaqueta con un cambio de solapa, una americana cruzada de cuello mao con un botón… Eso sí, cuando el cliente atraviesa esa frontera, ya no vuelve a lo anterior», dicen mientras atienden a un novio que viene a hacerse un traje a medida para su boda. Entre los clientes que hicieron esa transición está el cantante uruguayo Jorge Drexler, al que vistieron para la última edición de los premios Grammy 2018; el actor británico Joseph Fiennes, o el legendario diseñador Paul Smith, que les honró con su visita y les invitó a su cuartel general de Covent Garden. Todavía siguen con la boca abierta.

Cuando se les pregunta dónde se ven dentro de 10 años, responden: «Han venido inversores fuertes a poner dinero sobre la mesa y les hemos dicho que no es el momento. Es fácil dejarse tentar, pero hay que ser honestos y saber de dónde venimos. ¡Aún nos queda mucho por construir!». Oteyza no es flor de un día.

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