Con 31 años, ha culminado una temporada brillante con la vuelta al número 1 del «ranking». Aquí se sincera sobre el «agobio interior» que le asaltó en 2015; su nuevo entrenador, Carlos Moyá, que le habla de igual a igual, o el lugar del tenis en su vida: «Hay cosas mucho más importantes». Ha ganado la demanda a la exministra gala que le acusó de dopaje.
Y al final, su rodilla dijo basta. Para Rafael Nadal (Manacor, Mallorca, 3 de junio de 1986), ganar la Copa de Maestros en el O2 de Londres, un torneo en el que compiten los ocho mejores tenistas de la ATP, hubiera sido la guinda del pastel. El remate de un año triunfal en el que ha conquistado el número 1 del tenis mundial. Tras lograrlo en 2008, 2010 y 2013, el titán mallorquín de 31 años culmina este 2017 con seis títulos en el bolsillo: dos grandes (Roland Garros y Abierto de Estados Unidos), dos Master 1000 (Montecarlo y Madrid) y dos 500 (Barcelona y Pekín).
El Masters de Londres siempre se le ha resistido; le hacía una especial ilusión ganarlo. Pero hasta los héroes sienten a veces el pellizco de la decepción. El dolor le derrotó. Agarrotado por una tendinitis crónica en su rodilla derecha, el español cayó frente al belga David Goffin (7-6, 6-7 y 6-4) en un partido agónico de dos horas y 40 minutos. Tras aguantar el envite a base de pundonor, abandonó la pista cojeando. «Estoy fuera, mi temporada ha terminado», sentenció el ganador de 16 grandes en la posterior rueda de prensa, dejando claro que había mantenido su compromiso con el evento, con la ciudad y consigo mismo. «He hecho lo que tocaba para tratar de estar listo y poder jugar, pero no lo estoy. Paré en París para hacer un tratamiento y llegué aquí con tiempo. Sabía que era la única manera de poder jugar este torneo, aunque no ha sido suficiente. Yo quería darme una oportunidad y me voy con la conciencia tranquila de haberme dado esa posibilidad, pero a veces las cosas no salen bien», lamentó.
La ausencia de ese broche de oro no quita brillo a un año puramente nadaliano. Ni el propio jugador ni su equipo llegaron a barruntar este paseo imperial por el circuito de la ATP. «Habría pagado mucho dinero por tener la temporada que he tenido. Interiormente, creo que merecía un final mejor, pero el deporte no debe nada a nadie«, sentenció el zurdo de Manacor, que volvió recuperar el número 1 en agosto de 2017, una posición que había ocupado por última vez en julio de 2014.
Este año, Nadal ha sido inalcanzable incluso para Federer, a quien superó en puntos, aunque el genio de Basilea le acabara ganando en los cinco partidos. Perseverancia, garra y humildad parecen ser las armas de este ave fénix de las pistas, a quien muchos agoreros dieron por enterrado deportivamente.
Con una agenda sobrecargada, Nadal apenas concede entrevistas. Sin embargo, horas antes de jugar en la Copa de Maestros accede por fin a responder al cuestionario que este periodista le había enviado a comienzos de octubre, cuando iniciaba su gira asiática. ¿La excusa? El (merecidísimo) premio Personaje Fuera de Serie 2017 en la categoría de Deporte. Para mi sorpresa, sus respuestas no llegan por correo electrónico, sino a través de audios de WhatsApp en los que se escucha su propia voz. «Ha preferido hacerlo así para dejar claro que es él quien responde», aclara su jefe de prensa, Benito Pérez Barbadillo, encargado de organizar sus compromisos deportivos y filtrar sus declaraciones. Mientras transcribo las respuestas me imagino a Nadal masajeándose su frágil rodilla. Con la cabeza puesta ya en 2018.
- P. El galardón reconoce «trayectorias profesionales marcadas por la excelencia, el esfuerzo y el talento», cualidades que sin duda reúne. ¿Añadiría alguna más para calificar como «fuera de serie»?
R. Creo que la humildad para saber escuchar y aprender de los demás es muy importante de cara a mejorar en la vida en general. Siempre lo he llevado a gala y me ha ayudado a estar donde hoy estoy. - P. ¿Cómo explica su imparable progresión desde el puesto número 10 de la ATP en 2015, cuando sufría aquel «agobio interior» debido a la irregularidad de su juego, al actual número 1 del mundo?
R. En 2014 encadené varias lesiones y problemas de salud: a la lesión de la muñeca y de la espalda se unió la operación de apendicitis a finales de temporada. Todo eso hizo que arrancara 2015 con dudas, y esas dudas me produjeron una ansiedad hasta entonces desconocida para mí. Pero, bueno, en todo momento mantuve la ilusión por seguir jugando. La realidad es que ese agobio interior me duró unos seis o siete meses. Al final de 2015 ya terminé mejor y en 2016 me sentí recuperado. Cuando ya empezaba a estar al máximo nivel, tuve un problema de muñeca que me hizo retirarme de Roland Garros y, claro, eso te rompe la temporada entera. - P. Pese a todo, participó en los Juegos Olímpicos de Río…
R. Sí, era un evento muy especial para mí; me hacía mucha ilusión. Sabía que podían ser las últimas olimpiadas de mi carrera; aunque nunca se sabe, ¡ojalá que no! Hice todo el esfuerzo que pude para estar allí y eso me perjudicó a la hora de poder terminar el año. A partir de ahí jugué el US Open y poco más. Tuve que dejar la temporada y prepararme bien para esta. Y cuando por fin las lesiones desaparecieron, pude entrenar bien en noviembre y diciembre y empezar bien el año. Si uno arranca la temporada en buenas condiciones, tiene más posibilidades de continuar bien. Por suerte, 2017 ha sido un año fantástico. Estoy feliz. - P. ¿El «descontrol de sus emociones» quedó atrás?
R. Las extrañas sensaciones de ansiedad que sentía en 2015 no las he vuelto a tener. Han desaparecido. ¿Que pueden volver? Es posible.
Aquella «lesión mental» de 2015 (el jugador tenía las pulsaciones disparadas, no podía controlar la respiración y esa angustia le impedía pensar con claridad en la pista) tardó en cicatrizar. Nadal no explica si necesitó apoyo psicológico, pero lo cierto es que, tras su victoria en Montecarlo 2016, empezó a ver la luz al final del túnel. Tras participar en Madrid y en Roma soñó con reconquistar Roland Garros(ganó dos partidos), pero una lesión en la muñeca izquierda que arrastraba desde la Caja Mágica le obligó a abandonar París. Estuvo casi dos meses en dique seco.
Hasta que se armó de valor para cumplir un sueño: participar en los Juegos de Río, donde desfiló como abanderado de España. Por increíble que parezca, acabó colgándose la medalla de oro con Marc López en dobles y peleó por el bronce en individuales. El sobreesfuerzo le acabó provocando un edema óseo por sobrecarga en otra zona de la muñeca, y el último tercio de la temporada tuvo que suspender la gira asiática. Con el obligado descanso, se recuperó de su lesión y arrancó 2017 con energías renovadas. La final del Abierto de Australia a últimos de enero, en un partido épico que no obstante perdió frente a Roger Federer, marcó un punto de inflexión en su renacimiento. «Me voy con la satisfacción personal de haber trabajado mucho y bien.
Sé lo difícil que es llegar donde he llegado, y más sabiendo de donde venía», declaró entonces. Su buena racha continuó: lleniegue o lo matice, él vive casi exclusivamente para el tenis. Nunca ha dejado de mejorar, de buscar dentro de sí para readaptarse a rivales y situaciones». A finales de 2016, su gran amigo Carlos Moyá se incorporó al equipo técnico como entrenador, un revulsivo.
- P. Rafa, ¿en qué medida han contribuido a su «resurrección» la recuperación de sus lesiones y el fichaje de Carlos Moyá?
R. Bueno, yo creo que no ha sido ninguna resurrección. Al final, siempre estuve entre los 10 primeros del mundo y mantuve el nivel competitivo. Sí que es cierto que este año ha sido muy especial. La incorporación de Carlos Moyá nos ha beneficiado a todos. Aparte de que es un buen amigo, un nuevo fichaje siempre aporta un soplo de aire nuevo: escuchas cosas nuevas, entrenas de una forma diferente… - P. ¿Qué es lo que más valora de su nuevo entrenador?
R. Además de la amistad que nos une, la confianza para decirnos cualquier cosa sin reservas, sin miedo a nada. A Carlos siempre le digo lo que siento en cada momenlleto. Soy una persona fácil que siempre se ha dejado ayudar. Eso facilita el trabajo. - P. ¿En qué aspectos cree que ha mejorado?
R. Con mi tío Toni he tenido una carrera muy difícil de mejorar. Pero los años pasan, y uno también necesita renovarse. La realidad es que Carlos ha llegado en el momento adecuado. Cada uno tiene una forma de entrenar diferente, y los diferentes puntos de vista ayudan a tener una visión más amplia. Todas las ideas son válidas. - P. Dice Moyá que «con Nadal el azar no existe»…
R. Para mí el azar siempre existe en la vida. Hay cosas que uno nunca puede controlar.
Desde que Nadal tenía 4 años, su tío Toni le ha transmitido un ideario estoico en el que late la búsqueda de la virtud. El pasado octubre nos citamos con él en la Rafa Nadal Academy, donde transmite los valores que ha inculcado a su sobrino. «En primer lugar, creo que hemos tenido un pelín de suerte con las bajas de según qué jugadores. Del mismo modo que Djokovic se vio favorecido por un bajo nivel de Rafael y un nivel no tan alto de Federer en 2014 y 2015, este año mi sobrino también se ha visto favorecido por las lesiones de Djokovic y Murray. Es fundamental no hacer doble rasero», dice en la cafetería, sin quitar ojo a las semifinales de Shanghai, que acabará ganando el manacorí. Pero la suerte no basta para explicar la autoridad con la que Rafa Nadal ha ido despachando a sus adversarios…
«Bueno, a comienzos de año Rafael hizo una reflexión de lo que necesitaba hacer con su juego», recuerda Toni. «En una conversación que tuvimos aquí le comenté varios detalles: ‘Tienes que recuperar el drive , no puedes perder la iniciativa cuando has empezado a dominar el juego; debes controlar definitivamente el saque, porque el juego es más rápido que hace unos años, y tenemos que proponernos que vuelvas a ser el número 1 en pista de tierra. Pero todo esto no servirá de nada si no eres capaz de recuperar la actitud de un campeón, para lo que hay procurar no tener altibajos'». A finales de 2016, Toni Nadal le lanzó el anzuelo a Carlos Moyá. Sobre su sucesor, que le relevará definitivamente a partir de 2018, opina que «le ha dado a Rafael la tranquilidad para hacer las cosas». Moyá, de 41 años, recibe a FS ese mismo día en su casa de Mallorca. El ganador de Roland Garros en 1998 y número 1 en 1999 conoció a Rafa cuando este tenía 11 años y él, 21. La Copa Davis que ganaron juntos en 2004 reforzó su amistad, que ha durado hasta hoy.
Le pido que lo defina como amigo, jugador y alumno: «Como amigo, a pesar de su enorme popularidad, es alguien muy cercano, muy normal. Como jugador se ha dicho todo: ha sobrepasado todas las expectativas que cualquiera pudiera haber imaginado, hasta convertirse en uno de los más grandes de la historia de este deporte. Y como alumno, es muy fácil trabajar con él. Siempre está dispuesto a evolucionar, sin cerrarse a nada. Eso es más fácil de ver en un joven que está empezando, pero no en un jugador consagrado como él. La capacidad que tiene de darle la vuelta a las adversidades es algo encomiable y muy difícil de ver en cualquier otro deportista», afirma.
- P. Hace dos años hubo quien dio por enterrada su carrera, aunque a sus 31 años la está prolongando hasta límites insospechados, con 16 Grand Slam a sus espaldas. ¿Las críticas le sirven de acicate?
R. Siempre que sean respetuosas, las acepto sin problema. A mí me gusta que me traten con el mismo respeto que yo trato a los demás. Mi principal motivación es seguir jugando al tenis sin perder competitividad. No necesito motivaciones externas; con la personal es suficiente. - P. ¿Qué le produce más ansiedad: intentar remontar sin éxito una mala racha de derrotas o luchar por mantener el número 1 de la clasificación mundial?
R. Hombre, ser el número 1, recibir el trofeo que te acredita como el mejor del año, es un reconocimiento muy especial. Es el premio a una trayectoria, a una regularidad. Una tanda de derrotas consecutivas claro que te crea dudas y nervios, pero son gajes del oficio. Todos los deportistas pasamos por altibajos, y yo intento aceptar los inconvenientes con calma. - P. El pasado 21 de agosto recuperó el cetro mundial que había perdido en julio de 2014. ¿Se regaló algún capricho?
R. La verdad es que no; esta temporada he viajado prácticamente cada semana y tampoco es que haya tenido mucho tiempo para caprichos. Tengo más de lo que hubiera soñado; no necesito mucho más.
En la última lista Forbes de deportistas mejor pagados del mundo, Nadal aparece en el puesto 21. El balear ya es el tercer tenista de la historia que más dinero ha ganado en premios: más de 90 millones de dólares (unos 76 millones de euros), sólo por detrás de Roger Federer y Novak Djokovic. Embajador de la marca España, las firmas valoran su capacidad de emocionar. Entre sus patrocinadores están Nike, Babolat, Kia Motors, Telefónica, Banco Sabadell, Richard Mille o Tommy Hilfiger.
Amante del mar, su capricho más caro es un yate de 23 metros de eslora bautizado como Beethoven. En 2013 invirtió en el resort mexicano Secrets Aura Cozumel y, junto a Enrique Iglesias, Pau Gasol y el empresario Abel Matutes es socio del restaurante Tatel, con sedes en Madrid y Miami.
- P. Ha dicho que nunca se ve superior a sus rivales. ¿Acaso un nº1 sigue dudando de sí mismo en la pista?
R. Las dudas son buenas porque te hacen estar alerta, te llevan a trabajar con humildad y te indican que tienes margen de mejora. Si uno no tiene dudas, en según qué momentos puede ser bueno. Pero creo que quien no las tiene, aparte de ser un poco arrogante, es porque se plantea poco las cosas a largo plazo. En la vida las cosas no son tan claras. - P. ¿Hay algo que le llene más que ganar un Grand Slam o estar en lo más alto del «ranking»?
R. Lo que me llena más a nivel competitivo es sentir que estoy preparado para luchar en cada torneo. A nivel personal, lo que al final me hace feliz es estar sano, compartir mi vida con la gente que quiero y que los míos estén bien. Sin duda, el tenis es una parte importante importante de mi vida, pero no lo es todo. Tengo muchas otras cosas que me hacen feliz y, en según qué tipo de aspectos, son más importantes que el tenis. - P. El pasado septiembre, en la primera edición de la Laver Cup, jugó su primer partido de dobles con Federer, su eterno rival y amigo. ¿Le prefiere al lado o enfrente?
R. Mis amigos de verdad son los que están en Mallorca, los de toda la vida. Con Federer tengo una relación muy buena, de gran respeto. Es imposible no sentir aprecio especial por una persona con la que has competido tantas veces a lo largo de tu carrera. Me hizo mucha ilusión jugar la Laver Cup con él, y los dos disfrutamos mucho la experiencia. Hicimos de aquel partido un momento muy especial. - P. ¿Acostumbrado al éxito, cómo se repone del fracaso?
R. Nadie fracasa si hace lo posible por ganar. Fracasa cuando no se esfuerza lo suficiente para intentar conseguir sus objetivos. Cuando se hace lo posible por ganar, pero hay factores incontrolables, eso para mí no es fracasar. En todo caso es perder o no estar lo suficientemente bien. Yo nunca me he dejado ir en los partidos ni en los entrenamientos. - P. ¿Qué balance puede hacer como fundador de la Rafa Nadal Academy, cuando acaba de cumplir un año?
R. El gran impulsor de la academia ha sido mi padre, y, junto a mucha más gente, este sueño es hoy una realidad. Está funcionando muy bien y hemos conseguido ya varios objetivos. El primero es que tenemos ya a más de 120 niños viviendo, entrenando y estudiando en la academia durante todo el año. Y el segundo, que el centro se ha convertido en un punto de encuentro para los vecinos de Manacor. - P. En un futuro más o menos cercano, ¿se ve llevando a sus hijos a entrenar a su propia academia?
R. ¿Por qué no? A mí me encantan los niños, tarde o temprano espero tener hijos. Evidentemente, me gustaría que practicaran deporte, el que ellos decidan. Pero sin duda creo que crecer en un ambiente deportivo permite aprender los valores adecuados. - P. Durante la competición ha seguido de cerca la crisis de Cataluña. ¿De qué forma podría afectar al tenis?
R. Sería el menor de los problemas. La desunión del país es lo preocupante. Siempre he dicho que me siento muy cerca a Cataluña y que la quiero. Espero que sigamos todos juntos porque seremos más fuertes.
El pasado octubre, Rafa Nadal demandó por daños y perjuicios a la exministra francesa de Deportes Roselyne Bachelot. En 2016, ella afirmó en televisión que «la larga ausencia de siete meses de Nadal durante 2012 se debió en realidad a un positivo durante un control antidopaje«, aunque en su momento el tenista declaró que el parón se debió «a una lesión en su rodilla izquierda», como prueba su certificado médico. Al cierre de esta entrevista, la Justicia francesa emitía su sentencia: Bachelot deberá abonar 10.000 al jugador español, que finalmente él donará a una ONG francesa.«Cuando presenté la demanda pretendí no solo defender mi integridad e imagen como deportista, sino también los valores que he defendido a lo largo de mi carrera y evitar futuras conductas en cuanto a que, cualquier persona pública o privada pueda lanzar acusaciones injuriosas en un medio de comunicación contra un deportista, sin fundamentos ni datos que puedan demostrarlo, quedando impune. La motivación, como ya dije en su momento, nunca fue económica», expone al respecto.
Así ven el próximo año
Primero fue su ídolo. Luego, su amigo. Y ahora, además, es su entrenador. Tras su triunfal primera temporada como miembro del cuerpo técnico de Nadal, Carlos Moyá afronta 2018 con optimismo y, esta vez, sin la presencia del «Tío Toni». «No habrá grandes cambios», asegura. «Sólo que Francis Roig asumirá más protagonismo y ambos nos alternaremos para acompañar a Rafa en los torneos.
Sabemos que nos espera un año difícil porque, al ser número 1, será el gran enemigo a batir, pero estamos muy ilusionados». Lograr que su pupilo se recupere de su lesión de rodilla es el objetivo inmediato para la pretemporada: «Ahora toca descansar. No hemos hablado nada sobre los próximos meses, pero empezaremos a tope».
Por: Gema García Marcos (suplemento ZEN)
El yate del tenista
Durante el salón náutico de Cannes de 2015, y entre cientos de yates de lujo, Rafa Nadal quedó seducido por la elegancia y amplitud de las creaciones de Monte Carlo Yachts (propiedad del grupo francés Beneteau). Siete meses después, el flamante «Beethoven», un modelo MYC 76, amarraba por primera vez en Porto Cristo (Palma de Mallorca). Mide 23 metros de eslora por 5,6 de manga, tiene un desplazamiento de 47 toneladas y destaca por sus líneas refinadas. Para su propulsión, Nadal escogió dos unidades MAN V12 1.400 (31 nudos de velocidad máxima).
También optó por ubicar la cocina en la cubierta inferior, obteniendo así más espacio en el salón, y por la configuración de cuatro camarotes. Incluso participó en el trabajo de interiorismo, obra del estudio Nuvolari Lenard. La embarcación está ideada para disfrutar en compañía y toda la proa es un solarium. El precio de salida del prototipo MCY 76 es de 2,9 millones de euros.
Por: Alberto Más (nauta360.com)