Ampurhunt: Caza millenial en la Toscana Española

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Ampurhunt, un nuevo proyecto cinegético de lujo especializado en la caza de perdiz roja y faisán, aúna el espectacular paisaje del Ampurdán, el alojamiento en un castillo del siglo del siglo XV y una cuidada gastronomía. La empresa está liderada por emprendedores veinteañeros.

El Ampurdán (Gerona)

El eco de las escopetas resuena entre los pinares de Mas del Cabo, un coto de caza de 5.000 hectáreas situado en el corazón del Ampurdán (Gerona). Parapetados tras sus puestos, un grupo de cazadores aguarda con delectación la tirada de 600 perdices. Ya dijo el moralista Jaubert: «El placer de la caza es el placer de la espera».

Formado por 12 fincas de cuatro pueblos (Vilopriu, Les Olives, Colomers y Garrigoles), el terreno está enmarcado por un paisaje espectacular: desde aquí se divisan las cumbres nevadas de los Pirineos y la bahía de Rosas bañada por el Mediterráneo. La temporada de caza menor en Cataluña se extiende desde el 14 de octubre hasta el 3 de febrero y a este coto acuden aficionados buscando una experiencia diferente.

Panorámica del castillo-palacio del siglo XV y pueblo de San Mori, en la provincia de Gerona.

Proyecto cinegético

Luis Poch de Gaminde, un joven emprendedor de 26 años con hondas raíces en esta tierra, saluda con orgullo: «Bienvenidos a la Toscana española». Convencido del potencial turístico del Ampurdán, en 2016 puso en marcha Ampurhunt, un ambicioso proyecto cinegético especializado en la caza de perdiz roja y faisán. Historia, paisaje y servicio personalizado vertebran esta propuesta liderada por millennials. Además del privilegiado entorno, la oferta incluye el alojamiento en el castillo-palacio de San Mori (del siglo XV), donde hace 700 años se hospedó la reina Juana Enríquez, madre de Fernando El Católico, durante la Guerra Civil catalana (1462-1472). Hoy es posible dormir en la suntuosa Estancia de la reina Juana y degustar los platos locales que prepara una chef formada en Le Cordon Bleu de París.

Propuestas

Entre las propuestas de ocio hay conciertos de violonchelo junto a la chimenea del castillo, paseos en goleta por la costa de Palamós, partidos de golf en Mas Pagés, paracaidismo en Ampuriabrava… «No queremos que nadie esté encerrado en la finca, porque la comarca tiene muchos atractivos que merecen la pena», apunta el promotor. Es la tierra de Josep PlaSalvador Dalí y Carmen Amaya; del arroz de Pals y las gambas de Palamós; de castillos fortificados y calas de ensueño. Aquí sopla el «viento fuerza seis de Tramontana», como canta Serrat en Cuando estuve loco.

Personalizado

En la línea de otros cotos intensivos de caza orientados a una clientela selecta, como La Nava (Ciudad Real), La Flamenca (Aranjuez) o Los Melonares (Sevilla), el predio gestionado por Ampurhunt ofrece «discreción, lujo y experiencia directa». A sólo hora y media de Barcelona y a precios asequibles. «Brindamos un plan cinegético completamente personalizado, siguiendo el modelo irlandés de manor house [casa señorial] o de château francés, donde el propietario del edificio singular recibe a los invitados y les muestra la cultura local. Además, proporcionamos servicios adicionales como la gestión de licencia de caza temporal en Cataluña, el alquiler de perros o la posibilidad de contar con secretarios para cargar las escopetas», explica Luis Poch, que tras estudiar Derecho, trabaja como consultor inmobiliario en Savills Aguirre-Newman, en Madrid. No obstante, tiene claro que su futuro pasa por vivir en el campo. «Yo empecé a cazar a los 12 años en una finca que arrendábamos unos amigos de Barcelona en Vic, con tiradas de faisán y perdiz a la inglesa. Desde el principio me atrajo el contacto con la naturaleza, el lance con el animal, cobrar la pieza, compartir un buen taco con los amigos…», recuerda nuestro anfitrión, un excelente relaciones públicas que desciende de terratenientes del Alto y del Bajo Ampurdán.

Su abuela paterna es Mercedes de Robert y Rocamora, cuyos padres, Grandes de España, fueron propietarios del Palau Lo Mirador, situado en Torroella de Montgrí (hoy convertido en hotel), del castillo de Peratallada y del Palacio Robert de Barcelona, vendido tras la Guerra Civil. Su abuelo paterno, Poch de Feliú, fue presidente de la aseguradora GESA Assistance, pionera en asistencia en viaje y que más adelante se convirtió en Seguros AXA. Hace años compró Valldeviá, una aldea casi despoblada del Alto Ampurdán, y la reconstruyó con gusto exquisito, comunicando las casas con antiguas vías de tren. «Yo no llegué a conocerlo, pero por su carácter emprendedor es el espejo donde me miro», dice su nieto. En su casa siempre le transmitieron la responsabilidad de mantener el patrimonio familiar, aunque admite que «con el tiempo ha ido menguando».

Demanda insatisfecha

Secretario y cazador, asistidos por perros, observan a Garí apuntando a las perdices rojas.

El nuevo negocio surge tras un estudio. «Como me dedico al sector inmobiliario desde hace cuatro años, tengo cierto olfato. Un día, repasando la situación patrimonial con mi padre, me comentó que nuestra finca de Valldeviá, de unas 150 hectáreas [Cataluña y en general el norte de España es minifundista], estaba arrendada a unos agricultores de cereal, pero apenas daba dinero. Organicé opciones para negociar un posible contrato y alquilamos la finca a Faisá D’Or, una empresa dedicada a la cría de perdiz y faisán desde 1982. Esta compañía, que participa en la estructura societaria de Mas del Cabo, recibía peticiones de clientes extranjeros para cazar en este coto, pero muchas se acababan desestimando por falta de un servicio adecuado. Si venían multimillonarios rusos, encargaban una paella para comer y luego les derivaban a un hostal para dormir. Había mucha demanda insatisfecha», relata Luis Poch, siempre dispuesto a ofrecer planes alternativos a sus clientes, como los emblemáticos establecimientos Mas de Torrent y el Hostal Ampurias.

Para profesionalizar la gestión, no tardó en asociarse con Faisá D’Or y llamar a las puertas del castillo de Sant Mori, propiedad de unos amigos de la familia. «La idea era explotarlo también en invierno, coincidiendo con la temporada de caza». Su entusiasmo derribó barreras. Tras estudiar a la competencia, el año pasado se atrevió a montar una cacería piloto en la que se soltaron 400 perdices y 200 faisanes. «Quería saber si era capaz de organizarla y, de paso, probar a mis proveedores. La enfoqué a empresarios, abogados y aristócratas de Barcelona, gente que cazaba faisanes en Escocia y osos en Rusia. Ese nivel. Convoqué a 35 personas para 15 puestos, padres e hijos para hacerlo más divertido y salió espectacular». Esa prueba de fuego le animó a continuar.

Su equipo

Su equipo tiene una equilibrada mezcla de veteranía y juventud. Mientras Juan Saavedra, gerente de la Sociedad Faisá D’Or, asegura la calidad del producto cinegético; Jordi Ametller, campeón de España en 2009 en la modalidad de San Huberto y gestor técnico del coto, garantiza el éxito de la tirada. Desde el principio, Luis contó con dos amigos de infancia, también ampurdaneses de corazón: Álvaro Garí, estudiante de Administracion de Empresas y responsable de caza, y Mariano Sanz, hijo del actual dueño del castillo de San Mori, graduado en Turismo y hostelero 2.0. A los fogones está Marta Escauriaza, cocinera por Le Cordon Bleu que se encarga de supervisar la experiencia gastronómica y dar el toque gourmet. Además de maître, Alejandro Millet se ocupa del mantenimiento del castillo. Y para seleccionar los vinos está el «enólogo de la jet-set» Ignacio de Miguel Poch, asesor de unas 15 bodegas en toda España y tío del anfitrión.

Para recoger a los clientes que llegan a Barcelona en avión o en AVE, la empresa dispone de cuatro todoterrenos con chófer. El check-in se hace en el castillo-palacio de San Mori, también conocido como castillo de Rocaberti; de estilo gótico-renacentista, se alza junto a una iglesia románica en la plaza mayor de San Mori (Alto Ampurdán), un tranquilo pueblo de 180 habitantes. En el cóctel de bienvenida, que puede estar amenizado por un recital de violonchelo a cargo de Ramón Bassal, no faltan los embutidos de la zona, el Cassoulet de pato y el cava de Peralada.

Una espléndida escalera de caracol conduce a los aposentos: 13 amplias y acogedoras habitaciones decoradas de forma diferente. Sentado junto a la chimenea, el propietario del castillo, Mariano Sanz padre, de 55 años, explica que el palacete fue levantado en el siglo XV por Pere Rocaberti, capitán de la reina de Navarra Juana Enríquez. «Ella vino a Gerona para apaciguar una rebelión de los payeses contra la remensa, un impuesto que los campesinos pagaban a la Corona de Aragón en la Edad Media por abandonar sus tierras. Se hospedó aquí con su hijo Fernando el Católico y, durante su estancia, convocó al Parlamento el 15 de octubre de 1466. Tras el fin de la guerra civil catalana en 1472, Rocaberti fue nombrado barón de San Mori en recompensa por su lealtad». A finales de los 90, Sanz, por entonces promotor inmobiliario, compró el castillo a su cuñado, tercer marqués de San Mori, y lo rehabilitó como hotel. «Intentamos mantener la estructura, porque además el edificio está catalogado como Bien de Interés Cultural de Cataluña», apunta mientras pasa por una puerta gótica esculpida que comunica el salón principal con la torre.

Su hijo como sucesor

Patio del castillo-palacio de San Mori (o de Rocaberti), reformado con calidades de hotel.

Mariano Sanz hijo tomó el relevo en la gestión turística del castillo coincidiendo con la puesta en marcha de Ampurhunt. Antes estudió Administración de Empresas, pasó una temporada en Australia con lo que ganó como pinche en un restaurante y acabó haciendo un posgrado en Turismo Sostenible. «En él máster tocamos mucho el turismo rural y cinegético. Por eso, cuando Luis me presentó su proyecto enseguida vi que tenía futuro. Me parece especialmente atractivo para extranjeros procedentes de países como Estados Unidos o Canadá, cuya historia es más reciente. Aprecian el hecho de combinar la caza con alojarse en un castillo, pero también hacer escapadas en moto por los pueblos de la zona o visitar el Teatro-Museo Dalí de Figueras. A diferencia de otras explotaciones de Castilla-La Mancha o Andalucía, más aisladas, no están tan encerrados en un sitio lujoso», dice este joven de 26 años.

Recetas típicas

A las 8.00 horas de la mañana, las campanadas de la iglesia románica de San Mori despiertan a los huéspedes. En el comedor les espera un pantagruélico desayuno para sobrellevar la intensa jornada de caza: café con pa amb tomàquet, aceite de oliva de Valldeviá, panceta curada a la plancha, huevos Benedict, bollería casera, zumos tropicales…

El trayecto de tres kilómetros hasta el coto Mas del Cabo, a través de un camino pedregoso, se hace en un santiamén. En un campo despejado y rodeado de bosque ya están preparados ocho puestos de caza con sus respectivas sillas. «A diferencia de otros cotos de la Península, aquí se practica el ojeo rotativo. Cuando se suelta el animal en el bosque, cada tirada se toca la corneta y se cambia de puesto de forma rotativa», explica Juan Saavedra, gestor del coto y gerente de Faisá D’Or, la empresa encargada de seleccionar las piezas y asegurar su calidad. Con una cría de 1,8 millones de aves cinegéticas al año en sus instalaciones de Vall-llovera (Gerona), Faisá D’Or pertenece al grupo francés Gibovendée, líder europeo con una producción anual de 15 millones de piezas. «La perdiz roja (Alectoris rufa) de Mas del Cabo destaca por su bravura. Ha sido criada en grandes parques y tiene gran facilidad de vuelo, haciendo que el tiro sea más difícil», asegura Álvaro Garí, responsable de caza de Ampurhunt.

A pesar de su juventud (23 años) es un cazador curtido. «A los seis empecé a acompañar a mi padre a las cacerías que no requerían mucho esfuerzo», recuerda. Su trabajo en el negocio «consiste en acompañar a los cazadores para que su experiencia de caza sea lo más auténtica posible». Como asegura, con la caza «entiendes mejor el ecosistema donde vives. Eres un animal más de la cadena. La caza no es coger una escopeta y matar un animal; es todo lo que viene antes y lo que viene después: comer el animal que has cazado», explica.

Argot cinegético

Es la hora del taco, como se denomina al almuerzo en el argot cinegético. Sobre unas barricas de madera van desfilando apetitosos platillos mientras el grupo comenta los lances vividos. Media hora después, regresan al coto para organizar las batidas con perros y cobrar las piezas.

Aprovechando el último sol de octubre, la comida se sirve en la terraza del castillo. Al menú (verdinas con gambas de Palamós, confit de pato con puré de pera y tarta de queso; tinto Tesalia, blanco Nieva y vinos dulces De Muller) le sigue una larga sobremesa. «Defendemos la caza responsable, sostenible, enfocada a mejorar la economía de la zona y a potenciar el empleo. Cada evento da empleo a 25 personas», sostiene Luis Poch, ilusionado en abrir nuevos mercados. «Hace poco me contactó un grupo de brokers para invitar a diplomáticos cataríes radicados en Ginebra. Sus condiciones: nada de alcohol ni cuchillos que antes se hayan utilizado para cortar jamón». Él se ofreció de guía para enseñarles los rincones más bellos de su tierra, la Toscana española.

Festejador típico de los castillos y las masías pairales, con vistas a los busques del Ampurdán.

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