“Mañana voy a una fiesta, cómprame un vestido que me quede bien”
Cuando la actriz Lola Marceli va a asistir al estreno de alguna película o, simplemente, le apetece salir de tiendas, llama a su “personal shopper” para que la asesore sobre qué ponerse y qué o dónde comprar. La aristócrata Clara Gamazo, cuñada del empresario Juan Abelló, acostumbrada a los compromisos sociales, asegura sentirse más moderna y segura de sí misma tras pasar por las manos de su estilista particular a domicilio. Como ellas, cada vez son más los usuarios que, sin ser adinerados, buscan ganar en calidad de vida, aprovechando su bien más preciado: el tiempo. Para lograrlo cuentan con la ayuda de una selecta corte de profesionales que, conscientes de las nuevas necesidades de consumo, han hecho del disfrute de la exclusividad su modo de vida. La misión de estos especialistas, desde masajistas de “shiatsu” expertos en curar el estrés, hasta “personal coaches” que ayudan a alcanzar metas personales y profesionales, es hacerle a su cliente la vida más sana, cómoda y agradable. Y, a veces, incluso pueden convertirse en amigos.
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JUAN CARLOS RODRÍGUEZ FOTOGRAFÍAS DE LUIS DE LAS ALAS
¿Le han despedido y no sabe cómo reorientar su vida? Su personal coach le ayudará a conseguir metas profesionales y personales. ¿Quiere comprarse un traje como el que lució Letizia Ortiz en la petición de mano, pero no tiene tiempo? Llame a un personal shopper y recorrerá los escaparates por usted. ¿Le da pereza ir al gimnasio o quiere cambiar de estilo? No se preocupe, si puede permitírselo, contrate a un asistente personal, le hará la vida más fácil.
Como contrapunto al consumo masificado, en España están apareciendo nuevos servicios orientados a clientes que no se sienten cómodos dentro del rebaño. Son urbanitas de vida ocupada para quienes el verdadero lujo tiene que ver más con disfrutar que con poseer; con disponer de tiempo para sí mismos y para los demás. Devotos del autocuidado, aprecian una atención personalizada y están dispuestos a pagar un plus de exclusividad que redunde en una mayor calidad de vida…
José Miguel Marinas, profesor de Ética y Sociología del consumo en la Universidad Complutense de Madrid, diferencia dos niveles de lujo. “Uno, cimentado en la imitación, la competitividad y la conquista, que da un tipo de consumidor estándar, a su pesar, más pendiente del brillo y el deslumbre que del equilibrio. Y otro, basado en la sobriedad, la exclusividad y la intimidad, al que pertenecerían estos servicios personalizados orientados al autocuidado del cliente. Ahora, las personas a las que no satisface lo mediocre y disfrutan de cierto poder adquisitivo tienen la opción de que una empresa de lifestyle managing (gestión de estilo de vida) atienda sus demandas más elitistas y les ahorre su bien más preciado: el tiempo”.
“El lujo empieza a tener más que ver con el hedonismo que con la frivolidad”, explica el periodista Alfonso Muñoz, conductor del programa Tarjeta Oro, en Onda Cero. Experto cool hunter (cazador de tendencias) para agencias de comunicación, Muñoz considera que “estos servicios personalizados ahorran tiempo y ayudan a paliar los efectos del ritmo frenético de las grandes ciudades, ya sea mejorando nuestra capacidad para situarnos profesional y socialmente o elevando nuestro estado físico o anímico”. Según el Informe sobre la riqueza en el mundo, en España hay 110.000 personas con elevados patrimonios. Pero las nuevas pautas no son exclusivas de quienes disfrutan de una economía desahogada: mucha gente da prioridad a esos servicios por los beneficios que le reportan. Aunque inmersas en una sociedad cada vez más individualista, el auge de estas nuevas profesiones propician un trato cercano entre profesional y cliente –como los que aparecen emparejados en este reportaje– que deriva frecuentemente en amistad.
1) Un “coach” me cambió la vida
“En una sociedad despersonalizada necesitamos encontrarnos a nosotros mismos”, explica Ángel Ruiz, un ex directivo informático de 38 años que ha probado con éxito las ventajas del coaching. El término –como la mayoría, importado de Estados Unidos– podría traducirse por entrenamiento y consiste en un proceso de asistencia y apoyo a una persona (el coach o entrenador escucha, pero no aconseja) en el que el consultante va descubriendo nuevas posibilidades de resolver la situación sobre la que pregunta hasta alcanzar sus propios objetivos y metas.
Físico de profesión, casado y con dos hijos, Ángel fue despedido hace dos años debido a un ajuste de personal en su empresa, la multinacional de telecomunicaciones Lucent, donde trabajaba como director de Suministros de Telefonía Móvil. “Me marché en buenas condiciones laborales”, explica. “Pero tenía que evitar en un futuro el riesgo de afrontar una crisis parecida. Quería un cambio en mi vida, pero no sólo profesional, sino personal, porque vivía en una rueda y sólo estaba ayudando a que girara más y más”. Empezó a leer libros de autoayuda y de gestión empresarial, e incluso acudió a un psicólogo para encontrar una salida, hasta que cayó en sus manos un libro: Abre el melón, del coach José L. Menéndez, director del Instituto Internacional OlaCoach, que ofrece formación específica, reconocida internacionalmente, en español.
¿Cuál es la diferencia entre el coaching y una terapia psicológica? “El coach se centra en el dónde estás hoy, dónde quieres ir y cómo conseguirlo. Facilita objetivos sin profundizar en neurosis ni traumas”, dice Menéndez, uno de los 6.000 coaches repartidos por el mundo (unos 30 de ellos en España), según la Federación Internacional de Coaching. La mayoría de los clientes son ejecutivos y empresarios entre los 35 y los 60 años. “En el aspecto profesional es más común trabajar con hombres, mientras que con las mujeres es habitual hacerlo en el life coaching, que ayuda a crecer personalmente”. Entre los casos resueltos está una CEO, alta ejecutiva, que lo dejó todo para trabajar con niños; un empresario que reorganizó su negocio para disfrutar más de su familia y un futbolista que, tras superar una depresión, volvió a jugar a buen nivel y a retomar sus estudios. “A algunos clientes, este proceso les sirve para darse cuenta de que sus objetivos originales no eran realmente los que querían”.
Ángel contactó con Menéndez por teléfono, pues su interlocutor reside en Londres. “Al principio, mi desconfianza era total. Tenía la sensación de estar perdiendo el tiempo”, reconoce este ex ejecutivo. Poco a poco, empezó a ver la luz. “El coach es una persona que te hace de espejo, refleja tus miedos, preocupaciones, ambiciones y aciertos. Los amigos no te pueden enseñar porque ya tienen una opinión sobre ti y no están preparados profesionalmente para ello. Tras cuatro sesiones vi clara mi meta: trabajar como psicólogo industrial; ayudar a una compañía partiendo del individuo”. Pero ése era un objetivo a largo plazo. De momento, la alternativa más sensata era montar una franquicia en el ámbito de la restauración. Dicho y hecho: hoy dirige uno de los locales de la cadena Cañas y Tapas. Su actitud ante la vida ha cambiado: “Antes, la reflexión me bloqueaba. Ahora he aprendido a avanzar y las dudas ante una decisión no me paralizan”.
La tarifa de Menéndez es de 375 euros al mes por tres sesiones telefónicas (el proceso dura entre seis y nueve meses) con asistencia por correo electrónico, aunque varía si ésta es cara a cara. ¿Compensa? “Sí”, afirma el ejecutivo reconvertido en restaurador. “El coaching me ha ayudado a equilibrar mi vida. Antes vivía para trabajar; ahora trabajo para vivir”.
2) Compra por mí
Cuando tiene que acudir a un estreno o le apetece salir de compras por Madrid, la actriz Lola Marceli no duda en ponerse en contacto con su personal shopper, Natacha Fernández, quien, desde hace dos años, decidió sacarle partido a su gusto para husmear en las tiendas, a su formación (estudió Diseño y Arte) y a su criterio profesional. Su misión es comprar para ti o contigo. “Nos conocimos cuando ella era estilista de Telecinco y yo trabajaba en la serie El Súper”, comenta la protagonista de La Española, que acaba de rodar la coproducción hispano-italiana Cuidado con esos tres y Lo mejor que puede pasarle a un cruasán, dirigida por Paco Mir, del grupo Tricicle. “A mí me gusta la moda pero, a veces, no conozco los circuitos alternativos para adquirir el modelo que he visto en una revista. Ella me aconseja el vestido adecuado para cada ocasión, como cuando fui de Carolina Herrera en una gala de los Goya. Me fío de su criterio profesional. El trato es sincero y sus consejos son objetivos; sé que no me va decir que estoy estupenda si me sienta mal”. Es consciente de que éste no es un servicio de primera necesidad. “Ni siquiera un capricho: no soy una fashion victim. La cuestión es determinar cuándo y en qué momento necesitas el asesoramiento de un shopper”.
La televisión ha popularizado este oficio gracias a series de éxito internacional como Friends, donde una de sus protagonistas trabaja como compradora personal en unos grandes almacenes y acaba ligando con el ejecutivo al que viste. “A mí no me ha pasado”, asegura Natacha, codirectora de la agencia Look Art, especializada en servicios de estilismo, sastrería y maquillaje para cine, televisión y publicidad. Para ella, la principal virtud de un comprador profesional es la persuasión.
“La combinación de Chloé y Givenchy te sienta perfecta”, le dice a Lola tras probarse varios modelos en Anna Cortina, una tienda del barrio de Salamanca (Madrid). Las tarifas de Natacha oscilan entre 300 euros por media jornada y 450 por todo un día. “A veces, la gente cree que ir de escaparates no es trabajo. Aprovechan mi faceta de estilista y me dicen: ‘Tú que tienes tanto gusto…’. No se dan cuenta de que vivimos de esto”, se queja. Sus clientes van desde un rica mexicana a la que le encanta Zara, hasta ejecutivos acostumbrados al clasicismo de Ermenegildo Zegna, pasando por grupos de mujeres que hacen juntas las compras turísticas.
Bergdorf Goodman, el lujoso almacén de la Quinta Avenida neoyorquina, que cuenta con la clientela más exclusiva del mundo, ofrece un servicio de personal shopper en su cuarta planta. “Todo llegará”, confía Natacha, que también se desplaza con sus compras hasta la casa del cliente. ¿Una profesión frívola? Depende. “Los voluntarios de la asociación londinense Dress for Succes recogen ropa para ayudar a mujeres desfavorecidas, proporcionándoles la imagen adecuada para ir a entrevistas de trabajo”, asegura.
3) Mi amigo, el “personal trainer”
“¿Quién necesita un novio si tienes un trainer?”, se preguntaba recientemente The New York Times Magazine. En Manhattan, donde el culto al cuerpo de los 80 se ha prolongado con la new age de medicina alternativa y ejercicios espirituales, los entrenadores personales son cada vez más polifacéticos: especialistas en nutrición, psicólogos, confidentes, compañeros de copas… “En los gimnasios y centros de masaje de Nueva York”, ironiza esta publicación, “las mujeres sensatas están aprendiendo que en lo que se refiere a los hombres, si quieres lo mejor, hay que pagarlo”. Bromas aparte, en España cada vez es más frecuente escuchar: “Lo siento, tengo que dejarte. He quedado con mi entrenador personal”.
En España hay unos 6.000 gimnasios privados, según la Federación Española de Aeróbic (Feda), que forma al año a unos 500 entrenadores personales. También hay muchos licenciados en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte por el INEF que encuentran una salida en esta nueva profesión. “La demanda se ha disparado, y cada vez son más los que obtienen el diploma de personal trainer”, reconoce Adrian Cristian Ghit, que lo obtuvo en ?999 a través de la Federación Madrileña de Fisioculturismo y Fitness. Rumano afincado en nuestro país, este joven de 25 años ha sido tres veces campeón de España de Fitness, y recientemente ganó la medalla de bronce en el Campeonato Mundial de Fitness Men 2003, celebrado en Barcelona. A los seguidores de Noche de Fiesta les sonará su cara: ha desfilado, medio desnudo, junto a otros cachas, en el programa de José Luis Moreno. Pese a ello, es un profesional muy respetado.
Cuando no compite, es monitor en un gimnasio de alto standing, donde da clases colectivas de fitness y abdominales. Como muchos de sus colegas, completa sus ingresos entrenando a un selecto grupo de alumnos que prefiere pagar más a cambio de atención personalizada. “Ahora llevo a unas 12 personas, mitad hombres y mitad mujeres. Ellos quieren quitarse barriga y endurecer el cuerpo; ellas, rebajar cadera y glúteos. Suelo quedar tres días por semana con cada uno, dentro o fuera del gimnasio”.
Uno de esos clientes, el más perseverante, es Daniel, un profesor de idiomas de 28 años que viaja con frecuencia. Se conocen desde hace dos años y ahora son buenos amigos. “Cuando me puse en sus manos tenía una lesión en el hombro y estaba mucho más delgado y estresado”, explica Daniel. “Ahora, tras dejar la comida basura y entrenar con regularidad, mi masa muscular ha aumentado en ?0 kilos. Además, gracias a él, tengo más fortaleza mental”. Contratar a un personal trainer, dice, es muy práctico para gente perezosa como él: “Por respeto al profesor tengo que acudir a las clases”. Por eso no le parece ninguna frivolidad pagar 40 euros por hora. “Es una inversión en estética y en salud”.
4) Estilista a domicilio
“No me importa el dinero. Sólo quiero ser fantástica”, decía Marilyn Monroe. La aristócrata Clara Gamazo, cuñada del empresario Juan Abelló, podría suscribir sus palabras. Al menos, declara sentirse más moderna y segura de sí misma tras pasar por las manos de Lorena Morlote, su estilista particular, siempre dispuesta a llevarle el rulo hasta la puerta de su casa. Hoy han quedado para una sesión de maquillaje y peluquería. “Para mí, que ella venga a peinarme es el máximo lujo”, explica esta ama de casa acostumbrada a los compromisos sociales. “Me resulta cómodo porque se ajusta a mi agenda; además, como nos conocemos desde hace dos años, tenemos la oportunidad de mantener una conversación íntima y tranquila”. Con la sola presencia de antiguos retratos familiares, como el de la marquesa de Comillas.
En Civilización material, economía y capitalismo (Editorial Alianza), el historiador Fernando Braduel califica el lujo de contradictorio, huidizo y cambiante por naturaleza. “La aristocracia dicta las modas y exhibe nuevos refinamientos y comodidades. Crea así el deseo de los plebeyos. Pero su generalización (y, por lo tanto, su desaparición como lujo) implica un aumento y generalización de la riqueza. La aristocracia busca nuevos lujos y el proceso se repite”, dice. ¿Significa eso que las nuevas plebeyas seguirán el ejemplo de Clara Gamazo? “No creo”, contesta la aludida entre mecha y mecha. “Hoy, el glamour no es privilegio de los aristócratas”.
En España cada vez hay más estilistas free lance que hacen sentirse a sus clientas como estrellas de cine. Pero Lorena, directora de la peluquería de Alberto Cerdán, deja claro que para ella este servicio “está indicado para gente que lo merezca. No voy a peinar a cualquiera de casa en casa, aunque me paguen lo mismo. Yo tengo mis cinco o seis stars. Clara no se enfada porque yo peine a una cajera de supermercado, pero le agrada pertenecer a ese círculo selecto”. No aclara si los piropos van incluidos en el precio (50 euros por sesión y 500 cuando hace producciones para vídeos musicales), pero lo cierto es que no se cansa de repetir que “la señora es una mujer con mucha clase”.
5) Terapias orientales
Desarrollado en Japón a partir de una mezcla de antiguos masajes chinos, acupuntura y quiropráctica, el shiatsu es un tratamiento para aliviar dolencias –ciática, lumbalgia, estrés…– basado en la digitopresión. “Trabajamos presionando con los pulgares sobre los meridianos o canales energéticos que recorren nuestro cuerpo, a fin de equilibrar la energía del paciente”, explica el terapeuta Pablo Yáñez, maestro zen especializado también en do in (en japonés, “camino hacia dentro”). Ambas terapias sirven para que el organismo consiga un bienestar físico y mental activando su capacidad de autocuración.
Entre sus clientes más aplicadas está Carmen García, de 44 años, productora de Antena 3 (El diario de Patricia, Pasapalabra, Lluvia de estrellas…) aficionada a la medicina alternativa. “He llegado a padecer neurosis por culpa del trabajo; pensaba que la empresa era mía. Hasta que un día tuve una lumbalgia que me dejó inmovilizada. Si tú no echas el freno, llega un momento en que la vida te para”, explica. Antes de conocer a Pablo se había interesado por el vyiayan, una gimnasia derivada del yoga. El pasado invierno, el estrés se le agarró al estómago. Con el shiatsu y el do in su vida ha mejorado. “Antes sólo me dedicaba a mi trabajo. Ahora, siempre encuentro tiempo para mí y para los demás”.
La productora afirma que Pablo no es un falso gurú. “Vivimos en una sociedad de apegos y la gente necesita agarrarse a su pareja, a su trabajo, a su profesor de yoga… Pablo no me vende su filosofía zen, sólo me da masajes con su pulgar”. Tras cinco meses de terapia, es una persona más equilibrada. “Poco a poco, van desapareciendo la rabia, el miedo y la inseguridad”. Aunque es consciente de que no todos están dispuestos a pagar por ello, a ella le parece más superficial gastárselo en copas o una cena oriental superfashion.
EMPRESAS PARA GESTIONAR SU ESTILO DE VIDA
J.C.R
¿Quiere pedirle a su pareja que se case con usted, pero no sabe dónde encontrar un lugar adecuado para tan trascendental momento? Fernando, un “broker” de 32 años, se vio en ese apuro y llamó a Top Shopper Full Services (tel.: 91 345 60 17; www.topshopper-fs. com) y le reservaron la mejor mesa en un restaurante de Sevilla. Ella alabó su elección y dijo “sí, quiero”. Con el lema “El mundo entero en tu mano… con una sola llamada”, esta empresa atiende las peticiones más variopintas –previo pago de 300 e por consulta– y consigue coches y objetos de lujo a buen precio. Dedicada al “lifestyle managing”, es decir, a gestionar el estilo de vida de sus clientes, Qudos (tel.: 902 05 52 00; www.qudos-vip.com) asesora y gestiona desde un viaje con niños a la Patagonia hasta unas entradas para el Concierto de Año Nuevo de Viena. Cada cliente paga 1.800 e al año, que le dan derecho al uso ilimitado de su gestor y acceso a las ventajas del selecto club. Cuentan con una lista de proveedores que incluye “jets privados”. TeleProfe (tel.: 91 563 04 14; www.teleprofe.org), imparte clases a domicilio y pronto se fusionará con Acadomia (www. acadomia.es), que ofrece cursos a medida: defensa personal, protocolo, navegación aérea… Relocation España (tel.: 91 384 39 00; www.relocationspain.com) les busca casa o colegios para los niños a ejecutivos trasladados por motivos laborales.