Cada vez que su padre la invitaba a comer, los dos a solas, María sabía de sobra que el asunto a tratar no sería trivial. «Me ponía algo nerviosa, porque siempre era para compartir algo importante o para hacerme reflexionar», recuerda la hija mayor de Rafael del Pino (1920-2008), ingeniero de Caminos, fundador de Ferrovial (compañía líder en infraestructuras de la que hoy dependen unas 100.000 familias de varios países) y uno de los empresarios españoles más importantes del siglo XX. Aquel día, en septiembre de 1999, su intuición no le falló: «Me dijo que había decidido poner en marcha una fundación ‘para contribuir a mejorar los conocimientos de los dirigentes españoles del presente y del futuro’. No añadió nada más. Esperé un poco y… nada. Conociéndole, sabía que estaba evaluando mi reacción, quizá para comprobar si se había equivocado de confidente». Así que fue directamente al grano…
– ¿Qué quieres de mí?
– Que me ayudes a poner patitas al proyecto.
Sin recuperarse de la sacudida, aceptó el reto. Sabía que no podía negarse. «Me hizo ilusión que contara conmigo y, sobre todo, que siguiera con ganas de crear cosas nuevas a punto de cumplir 80 años», prosigue la presidenta de la Fundación Rafael del Pino, institución que cumple este año su décimo aniversario. Inició su andadura con una conferencia magistral de Bill Clinton sobre la globalización, y siempre se ha mantenido fiel a los objetivos marcados por el fundador.
María del Pino y Calvo-Sotelo (Madrid, 19 de marzo de 1956) explica la apuesta de su padre: «Él creía firmemente que el conocimiento de los dirigentes nunca es suficiente ni estático, porque el mundo está en continua transformación. De ahí que decidiera poner al servicio de la comunidad unos recursos para actualizar y profundizar en las herramientas que necesitan los líderes para tomar sus decisiones. Esto puede sonar etéreo», prosigue, «pero nuestro trabajo consiste precisamente en invertir los recursos en proyectos concretos que persigan el fin fundacional». La organización tiene un capital de 114 millones de euros (provenientes del patrimonio privado del fundador) y cuenta con un presupuesto anual de tres millones para proyectos. «Nosotros no vivimos de las subvenciones, sino de la rentabilidad de nuestro patrimonio. Miramos bien dónde va cada euro. Desde los primeros indicios de la crisis hemos ido ajustando el gasto; estamos capeando el temporal razonablemente bien», afirma.
BECAS. En estos 10 años de intensa actividad, aquellos principios básicos se han transformado en criterios de gestión; en programas e iniciativas que van desde la formación a la investigación en salud. La fundación ha concedido más de 280 becas a estudiantes y profesionales con vocación de liderazgo; organizado más de 125 conferencias en las que han participado jefes de Gobierno y una veintena de Premios Nobel; promovido la defensa del patrimonio histórico y cultural español; difundido acontecimientos destacados de la historia de España a través de libros y conferencias; contribuido a mejorar las condiciones de vida de las víctimas de lesión medular… (no hay que olvidar que Rafael del Pino formó parte de este colectivo al final de su vida por culpa de un desgraciado accidente en 2004 que le dejó tetrapléjico).
Fruto de este trabajo, ha recibido distinciones como el Premio Madrid Excelente por el apoyo a la investigación, el Fundación Círculo de Economía al Patrocinio y Mecenazgo y, más recientemente, el Personaje Fuera de Serie 2011 en la categoría de Filantropía. Con la excusa de este último galardón, María del Pino nos recibe en la Sala de Firmas del palacete Edmundo Adcoch, sede de la Fundación en el Paseo de la Castellana (Madrid). Este singular edificio de estilo francés, construido por Salaberry en 1906, fue adquirido -y después reformado- por la familia en 1999, para instalar en él la sede de la fundación. En la sala, sobriamente decorada, destaca un retrato del fundador pintado por Ricardo Macarrón.
PREGUNTA. ¿Cómo describiría a su padre? ¿Qué valores le inculcó?
RESPUESTA. Era un ciclón, una máquina de trabajar. Vivió la guerra y eso imprime carácter. Desde muy joven tuvo inquietudes. Trabajó primero para Vías y Construcciones, poniendo traviesas para ferrocarriles, y con 32 años viajó por Europa para estudiar cómo se hacían las infraestructuras en otros países. Al regresar, sus ideas no fueron bien recibidas y montó su propia empresa. Mi padre fue un auténtico patriota, palabra quizá en desuso, pero que define muy bien ese tipo de personas que dedicaron su vida a trabajar por un país mejor. Creó miles de puestos de trabajo y nos inculcó la generosidad de poner su talento al servicio de la sociedad, además de valores como el esfuerzo, el tesón y el trabajo bien hecho.
Vestida con un sencillo traje camisero de color blanco y unas sandalias, la presidenta luce orgullosa un reloj que le regaló su padre cuando ella tenía 17 años. «Sigue funcionando bien después de 38 años, y eso que no es un Rolex, sino un Tudor», ironiza. «En mi casa no había caprichos. Mis cuatro hermanos y yo fuimos educados con mucha austeridad», recuerda esta licenciada en Económicas que, siendo universitaria, hizo sus pinitos como periodista entrevistando a altos ejecutivos para Actualidad Económica. «Vuestra profesión siempre me ha parecido muy atractiva», dice con nostalgia.
Tras acabar la carrera se fue a Bruselas como becaria a la Comisión Europea. «A la vuelta a Madrid, en septiembre de 1979, entré a trabajar en la Secretaría de Relaciones Internacionales de UCD. El partido era la novedad de la España democrática, la novia de media Europa. Nunca tuve carné, pero me tocó representar al partido en congresos y reuniones de trabajo, todo un privilegio para una jovencita de 23 años; y una experiencia muy emocionante por el momento político». Trabajó también en el gabinete del vicepresidente económico Juan Antonio García Díez y, tras el descalabro del partido, hizo un postgrado en el IESE, se incorporó a Ferrovial, cuando a su novio le surgió un trabajo en Estados Unidos, decidieron casarse y mudarse allí. Era 1985. A su vuelta se dedicó en exclusiva a su familia; y con sus tres hijos ya criados empezó a trabajar en Codespa, una ONG de ayuda al desarrollo. En éstas estaba cuando su padre la invitó a comer…
ECLÉCTICA. Su quehacer en la fundación consiste en empujar y motivar a su equipo gestor, asegurar la coordinación y el buen funcionamiento de los órganos de gobierno (patronato) y control (consejo asesor), inaugurar seminarios, presentar a los conferenciantes y reunirse con la gente que viene a presentar proyectos. Además, ocupa una silla en el Consejo de Administración de Ferrovial y pertenece a los patronatos de Codespa, de la Fundación Científica de la Asociación Española contra el Cáncer y de la Fundación Príncipe de Asturias.
P. ¿Cuáles son las principales satisfacciones y frustraciones a lo largo de estos 10 años?
R. Me siento orgullosa de muchas cosas, fruto del trabajo y compromiso de todo un equipo (ocho personas en total). De que los mejores estudiantes de nuestro país consideren un respaldo para su carrera profesional pertenecer a la fundación. De poder alentar a investigadores y darles un empujón en su tarea. Del éxito de las conferencias magistrales abiertas al gran público. De que nuestros ex becarios estén ya ocupando puestos de responsabilidad, tanto en España en el sector privado y las administraciones públicas, como en el extranjero. ¿Frustraciones? No poder estirar más el presupuesto y llegar a más gente. Y que el fundador no hubiera arrancado antes el proyecto, porque así habría disfrutado más de los resultados. No obstante, lideró y vivió el despegue con entusiasmo.
P. ¿Entiende la sociedad española el cometido de las fundaciones?
R. No siempre se reconoce la gran actividad que hacen en beneficio del interés general. El problema viene del escaso reconocimiento social e institucional al mecenazgo y, derivado de ello, de una regulación manifiestamente mejorable que hace todavía poco atractiva la idea de dedicar recursos privados a las fundaciones.
P. Desde fuera, una fundación volcada en la formación de líderes puede percibirse como elitista…
R. La educación es un valor para el progreso de la sociedad que, a veces, no se valora tanto como ayuda social, pero lo es. Aquí han accedido muchas personas que quizá no hubieran podido pagarse sus estudios fuera. El progreso de un país pasa, sin duda, por tener personas bien formadas en los puestos de responsabilidad. Quizá uno de los problemas que aquejan a la sociedad europea sea la falta de líderes con peso a escala global. El mundo es cada vez más complejo y la intuición no basta para resolver problemas; hace falta una sólida formación.
P. ¿Observa falta de liderazgo en nuestro país?
R. Contamos con una buena reserva de líderes; personas bien formadas y con experiencia internacional. Esto permite mirar el futuro con optimismo. Y es una auténtica satisfacción contribuir a la tarea de formación permanente de estos jóvenes.
Hablando de jóvenes… «Mi hija mayor está recién casada y vive en Canadá, y mis otros dos hijos están este año de Erasmus. Mi marido y yo estrenamos este otoño el nido vacío y tendré que inventarme algo para paliar los efectos del conocido síndrome», suspira con cierta aflicción. «Nos gusta viajar, el mar, la montaña… Abrimos agendas continuamente para procurar coincidir en familia, máxime ahora que están todos desperdigados». Además de la lectura -su última novela es Hijos del ancho mundo, de Abraham Verghese-, otra de sus aficiones es el tenis. «Desde hace 20 años, todos los viernes juego con mis amigas un partido de dobles. Es la excusa para salir luego con los maridos al cine o a cenar».
Pero si algo le satisface es ver realizados los proyectos que su padre le encomendó, como el Complejo Polideportivo Rafael del Pino. Inaugurado el pasado 15 de septiembre por la Reina, en los aledaños del Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo, facilita el acceso al deporte de los pacientes de dicho hospital y otros lesionados medulares. «Creo que el fundador estaría razonablemente orgulloso del trabajo que hemos hecho hasta ahora. No obstante, nos planteamos nuevos retos continuamente para no caer en la autocomplacencia», reflexiona frente al retrato de su padre. Acertó plenamente invitándola a comer.
El sueño cumplido del fundador
Rafael del Pino pudo cumplir uno de sus sueños antes de morir: dar la vuelta al mundo en su barco. Fue precisamente allí donde tuvo un desgraciado accidente que le dejó en silla de ruedas a la edad de 83 años. Viviría cuatro años más, y durante ese tiempo entabló fuertes lazos con el Hospital de Parapléjicos de Toledo. Desde entonces, uno de sus objetivos fue ayudar a las víctimas de lesión medular a través de la fundación. La inauguración del polideportivo Rafael del Pino (el proyecto de mayor envergadura acometido hasta la fecha por esta institución), el pasado 15 de septiembre, no deja de ser su último sueño realizado. Facilitará el acceso a la práctica deportiva de los pacientes del hospital y de otros lesionados medulares. Además, contará con un Centro de Alto Rendimiento en el que podrán entrenar personas discapacitadas que compiten a alto nivel. Con una superficie de 14.150 m2 y un presupuesto de 12 millones de euros, de los que 9,5 millones los aporta la Fundación Rafael del Pino y 2,5 millones el Servicio de Salud de Castilla-La Mancha, ya está en marcha.
PREMIOS FUERA DE SERIE 2011
Fuera de Serie ha decidido destacar el éxito de 10 personas que son referente en España y fuera de nuestras fronteras del mundo de la cultura, la moda, la gastronomía, la arquitectura, el diseño, la filantropía, el arte…, ejemplo de superación y cuyos logros repercuten en beneficio del resto de la sociedad. A lo largo de este año, publicamos en estas páginas las entrevistas a las celebridades que han sido distinguidas con el ‘Premio Personaje Fuera de Serie 2011’. En el proyecto colabora la prestigiosa marca de champagne Dom Pérignon.
Primera cosecha
El Vintage Pérignon 2002 es el resultado de una añada que «expresa toda la intensidad de las uvas recolectadas en el punto álgido de su madurez», dice Richard Geoffroy, chef de cave de Dom Pérignon. Casualmente, 2002 fue también el año en que terminó su posgrado la primera promoción de becarios de la Fundación Rafael del Pino. Aquel año, el tiempo fue inesperadamente perfecto, con fuertes lluvias a finales de agosto y principios de septiembre. Las viñas se encontraban en buen estado y la deshidratación de las bayas de uva les ayudó a alcanzar nuevas cotas de madurez. La cosecha se realizó del 12 y al 28 de septiembre.
Más info: C/ RAFAEL CALVO, 39. MADRID. 91 396 86 00. www.frdelpino.es