Juan Vidal, Premio FS de moda

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Favorito de la crítica, es la savia nueva que necesita la industria. Dolce & Gabbana se ha interesado por él. Vive y trabaja como un mileurista en un pueblo de Alicante, desde donde se ha fijado el próximo reto: Estados Unidos.

Es el diseñador de moda, el niño mimado de la crítica y la prensa especializada, la savia nueva que la industria española necesita para reverdecer. Criado entre la sastrería de su padre y la refinada boutiquede su madre; a medio camino entre la corrección de un buen traje inglés y la fantasía de un vestido de cóctel, Juan Vidal (Elda, Alicante, 30 de diciembre de 1980) mamó el oficio desde niño. A los 15 años ya había diseñado su primer vestido de novia. Su mamá siempre fue su musa. El miedo a no cumplir las expectativas familiares le llevó a estudiar Bellas Artes en Barcelona. Al poco comprobó que le emocionaba más un vestido de Balenciaga que un cuadro de Dalí. Por suerte para su futura clientela, escuchó a su instinto y se especializó en moda en la Escuela Superior Felicidad Duce de la ciudad condal.

Y llegaron los premios. Antes de acabar sus estudios recibió el ModaFad, que le abrió las puertas para participar en Bread & Butter, Pasarela Barcelona o Ego Cibeles. En 2009 decidió profesionalizar su firma al tiempo que iba presentando sus colecciones en la pasarela valenciana, donde obtuvo varios reconocimientos. Pero lo mejor estaba por llegar: en 2013 debutó en la Mercedes Benz Fashion Week madrileña y se llevó el Who’s On Next, premio al diseñador revelación otorgado por la revista Vogue e Inditex, con sus 100.000 euros correspondientes. «Buff, desaparecieron rapidísimo. Ya los he reinvertido en la empresa», resopla el también vencedor en las dos últimas ediciones del premio L’Oréal.

En estos cinco últimos años ha dado el salto a París, ha vendido en la tienda Spiga2 de Dolce & Gabbana y ha desfilado en Moscú. No obstante, su fulgurante éxito implica cierta dosis de sacrificio. Lejos de ser independiente, comparte piso en Elda con su hermano menor y asegura que no llega a mileurista. «El pueblo me asfixia un poco», reconoce este creativo apasionado y honesto, que a pesar del triunfo confiesa sentirse como un trapecista en la cuerda floja. Vidal, un tipo cool con toda su barba y su flequillazo de joven maduro, aficionado a hacer fotos y colgarlas en Instagram, a nadar y a series norteamericanas como The Knick, nos recibe en su taller de Elda con motivo del premio Fuera de Serie 2014 al Mejor Diseñador. Tras cruzar un viejo portón descascarillado, sin timbre ni letrero, nos adentramos en su pequeño universo. De aquí salen sus colecciones -todas con nombre de mujer- a las que llama «mis novias». La última, Álex, llega pisando fuerte.

PREGUNTA. ¿Qué cree que le ha aportado conocer el oficio desde dentro?

RESPUESTA. Muchas tablas y una amplia noción del sector. Pertenezco a la cuarta generación familiar de sastres, y aunque yo no lo soy, he roto con la tradición, desde niño me fijaba en cómo mi padre mimaba los detalles: que la caída de la manga no fuera delantera ni trasera, que estuviera en su sitio; que la espalda no solo quedara entallada en los laterales… En la boutique de mi madre he jugado con la ropa, vestido a las maniquíes, tratado con las clientas…

P. Creo que la influencia de su madre, Gracia, ha sido más determinante que la de su padre. ¿En qué aspectos?

R. Ha sido una fuente de inspiración en todos los sentidos. Cada vez que se vestía para una ocasión especial, me mostraba lo que llevaba puesto. «Mira qué guapa se ha puesto mamá esta noche», me decía. Yo me quedaba hipnotizado al ver cómo se inventaba nuevos estilismos o arriesgaba con un look. Ha sabido crear su propio estilo, siempre a la vanguardia.

P. Además, era muy ecléctica en sus gustos, ¿no?

R. Sí, al estar su boutique en una localidad pequeña como Elda [54.056 habitantes según el padrón de 2013], su clientela no era de paso, sino fija. Eso le obligaba a renovar constantemente el producto. Armani es genial, pero si llevas vendiéndolo 10 años, la clienta se puede aburrir.

P. Podía haber tirado por los trajes, pero a los 15 años ya estaba haciendo su primer vestido de novia…

R. Sí, por la magia del mundo femenino. Mi madre representaba para mí el sueño de la moda, mientras que mi padre personificaba lo clásico, la rectitud de la sastrería londinense. Su ámbito era más tedioso; el de ella era más libre y divertido.

P. ¿Cómo lleva trabajar en el taller con su familia?

R. De hecho es lo que peor llevo. Acabo llevándome el trabajo a casa y es difícil desconectar. A veces, un punto de confianza permite ciertos excesos, como mostrarse excesivamente nervioso o enfadado. Cuando se trata de resolver asuntos de dinero, cada cual tiene su opinión, y el hecho de que nadie sepa cómo rectificar me produce abatimiento y tristeza.

P. Vaya. ¿Y sigue viviendo bajo el techo familiar?

R. No, comparto un piso en Elda con mi hermano pequeño. Vivir en el pueblo es uno de los mayores sacrificios que estoy haciendo para sacar adelante el taller. Es un negocio familiar y al final el que se tiene que sacrificar eres tú. No tengo nada en contra de Elda, pero después de haber vivido nueve años en Barcelona y uno en Londres, el pueblo se te queda un poco pequeño. La verdad es que me asfixia bastante.

P. ¿Es cierto que empezó estudiando Bellas Artes antes que Diseño y Moda porque tenía miedo a defraudar?

R. Me generaba cierta ansiedad decir que quería ser diseñador de moda porque tenía que cumplir una serie de expectativas. Para que mi madre se sintiera orgullosa tenía que ser muy bueno, o al menos intentarlo.

P. Será una juez implacable, pero su mejor crítica.

R. Exacto. Aunque le guste mucho lo que hago, siempre tengo que escuchar algún pero. Yo mismo soy demasiado autocrítico, y a veces cansa. Me pregunto por qué no puedo ser feliz con el trabajo realizado.

P. ¿De dónde procede esa insatisfacción?

R. Cuando veo las pasarelas internacionales, la presentación de cada colección, cómo se cuida cada detalle, desde la maniquí a la iluminación, pasando por los complementos, me siento muy pequeño.

P. ¿Cuáles son las señas de identidad de Juan Vidal?

R. ¡Todavía estoy trabajando en ellas [risas]! Creo que mi producto es de capricho y, por tanto, va dirigido a una mujer caprichosa.

P. ¿Qué vio en usted el jurado de Vogue para darle el Who’s On Next?

R. Aparte de pasión, creo que vio honestidad. A partir de ahí, conocieron a la persona y tocaron mi trabajo, que gana cuando lo tienes en las manos.

P. Leí que su nombre sonó para sustituir al director creativo de Loewe. ¿El cangrejo ha llamado a su puerta?

R. Nunca me han propuesto nada semejante. Ni Loewe ni ninguna otra firma. Si sucediese lo aceptaría para hacer una línea más joven.

P. ¿Adónde han ido a parar los 100.000 euros del galardón?

R. Buff, desaparecieron rapidísimo [risas]. Los reinvertí en la empresa. Sacar una nueva colección es carísimo, unos 30.000 o 40.000 euros, aunque cada una requiere un presupuesto distinto.

P. Entonces dijo que solo tenía miedo «a morir de éxito». ¿Lo mantiene?

R. Totalmente. A veces se proyecta una imagen que no tiene que ver con la realidad. Me sigo sintiendo como un funambulista: siempre en la cuerda floja. Una mala campaña me puede desequilibrar. Aparte del apoyo mediático, no tengo demasiado apoyo financiero.

P. Poco antes de conseguir las tercera estrella Michelin, el chef David Muñoz, de DiverXO afirmaba que a pesar del éxito seguía siendo mileurista. ¿A usted le ocurre algo parecido?

R. ¡Ojalá fuera yo mileurista! Yo no tengo un sueldo, empecemos por ahí. Vivo de lo que deja el negocio familiar, por eso no me queda más remedio que compartir piso con mi hermano en mi pueblo. El glamour se queda para la pasarela y las revistas. Detrás de todo esto hay un sacrificio y un esfuerzo terribles.

P. Creo que a pesar de los premios, le resulta complicado introducirse en Madrid o Barcelona. ¿Tan cerrados son los circuitos de la moda española?

R. Totalmente. No sabría darle una razón, pero muchas tiendas son reacias a defender el producto nacional. Algún propietario ha llegado a decirme: «No compramos moda española, pero lo que haces es muy bonito. A ver si desfilas en el extranjero y después hacemos una tentativa».

P. ¿El crecimiento de la marca pasa por salir al exterior?

R. Sí, el gran punto de inflexión en mi carrera se produjo cuando decidí ir a París. Allí el comprador de Dolce & Gabbana se interesó por mí y empecé a vender en Spiga2, la tienda que abrieron en Milán para apoyar a nuevos diseñadores. Desafortunadamente, la acaban de cerrar por un cambio de estrategia. Ahora tenemos Estados Unidos entre ceja y ceja. Que- remos intentar el sueño americano, participar en una feria…, y a ver qué pasa.

P. ¿Sueña con desfilar en Nueva York?

R. De momento no lo veo viable, porque requiere una gran inversión. Se dice mucho que Juan Vidal vende en París, en Kuwait, en Moscú… Pero en realidad tengo un punto de venta en cada sitio.

Primavera verano. Vestido de punto blanco de viscosa de poliéster y elastano (770 euros aprox.).
Primavera verano. Vestido de punto blanco de viscosa de poliéster y elastano (770 euros aprox.).

P. Uno de sus mayores referentes es Balenciaga. ¿Qué consejo le pediría si lo tuviera delante?

R. Ninguno. Le pediría trabajar gratis, servirle el café si hiciera falta. Me gusta por su atemporalidad, es de los pocos que me hacen vibrar. Él y otras figuras como Dior fueron genios, revolucionarios que rompieron con lo establecido.

P. De los españoles actuales, ¿con quién se quedaría?

R. Con Josep Font y lo que está haciendo para Delpozo. Al final son prendas muy mimadas, muy bien trabajadas. Ese deseo es admirable.

P. ¿Qué clientas conocidas visten sus prendas, a quién le gustaría vestir?

R. No tengo predilección por las celebridades, me gusta vestir a mujeres reales, amigas, personas que conozco. Aunque a veces surge la oportunidad de vestir a alguna actriz, como Aura Garrido o Meta Golding, o a modelos como Nieves Álvarez. Defienden tu ropa de cara a los medios y lo disfrutas del mismo modo.

P. ¿Ve cerca el momento de seguir con la tradición familiar sacando una colección masculina?

R. No, de momento. Seguro que intentaría cubrir mis necesidades [risas]… No, no me lo he planteado.

P. Si Dior le dice ven…, ¿lo deja todo?

R. Sería muy difícil no dejarlo todo [risas].

Con nombre de mujer

Juan Vidal acostumbra a bautizar sus colecciones con nombre de mujer. «Así me es más fácil hablar de cada una, como si hablara de amigas o amantes. No sabría decir cuántas novias tengo ya: Eva, Kitty, Cristine, Odile, Diana…», explica. La línea Primavera-Verano 2015 responde al nombre de Álex, «una mujer con mucha personalidad y espíritu rockero». Mezcla de cóctel y sport wear, el objetivo es «masculinizar lo femenino, pero sin buscar la androginia», con camisas que juegan a ser vestidos o trajes sastre.

Personajes del año

Hombres y mujeres que han llegado a lo más alto en sus carreras y son un ejemplo para la sociedad. Fuera de Serie premia la excelencia en Arte, Arquitectura, Danza, Labor editorial, Interiorismo, Moda, Gastronomía, Enología, Deporte y Filantropía. Semana a semana hemos conocido sus nombres y los detalles de sus trayectorias. En esta novena y última entrega, Juan Vidal, Premio FS de Moda 2014

Más información. www.juanvidal.net

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