Guitarras de 18.000 euros

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Solo en algunas ocasiones el duende está en ellas. Sucede con las de Felipe Conde, taller que cumple este año su centenario. Los mejores las han usado: Paco de Lucía, Leonard Cohen, Cat Stevens…

 
Una tarde de 2011, el guitarrero Felipe Conde (Madrid, 24 de agosto de 1957) recibió en su taller la llamada entusiasmada de su mujer: «¿Estás viendo los Premios Príncipe de Asturias? ¡Leonard Cohen no deja de nombrar las guitarras Conde!», le dijo sin poder contener su alborozo. Al humilde lutier la noticia le sonó a música celestial: como el Hallelujah del bardo canadiense cantado en una catedral. No tardaría en enterarse de la repercusión global de sus palabras.

Durante la ceremonia, Cohen recordó cómo encontró la inspiración para su discurso mientras hacía las maletas en Los Ángeles: «Tengo una guitarra Conde, hecha en España en el gran taller de la calle Gravina: un hermoso instrumento que conseguí hace más de 40 años», comenzó explicando el Príncipe de Asturias de las Letras. «La saqué del estuche, la sostuve en mis manos y parecía estar llena de helio de lo ligera que era. Me acerqué a su boca de hermoso diseño y respiré la fragancia de la madera viva, pues la madera nunca muere. Respiré el perfume del cedro, tan fresco como el primer día, y una voz pareció decirme: ‘Ya eres un hombre viejo y no has dado las gracias…’».

De modo que acabó dándoselas en su alocución. A Conde y a un joven guitarrista español que conoció casualmente en un parque de Montreal a comienzos de los 70. El chico le afinó su maltratada guitarra, diferente a la que adquirió en el taller madrileño, y accedió a darle un par de clases. Nunca acudió a la tercera cita porque se quitó la vida, pero con el tiempo, los seis acordes que le enseñó fueron la base de todas sus canciones. «Lo de Leonard Cohen fue increíble, el máximo reconocimiento público que hemos tenido. Su guitarra no la hice yo, sino mi padre y mi tío, pero me gustaría contactar con él porque seguramente necesitará reparación y mantenimiento», dice Felipe Conde con su voz rasgada. Nos recibe en vísperas del Día de Reyes en su taller de la calle Arrieta, 4, al lado del Teatro Real, adonde se mudó en 2010 tras dejar atrás los antiguos locales de Gravina y Felipe V.

El establecimiento –un bajo del edificio– es tan discreto como su dueño. No hay escaparates ni letreros en la fachada. Tan solo un grabado en las ventanas, a ras de acera, advierte de su presencia: «Felipe Conde. Guitarrero». Sin embargo, como se aprecia en la colección de fotos de su salón, esta casa centenaria (fundada en 1915 por Domingo Esteso, el tío de su padre) ha construido cientos de guitarras para algunos de los principales maestros del mundo: de Sabicas a Leonard Cohen, pasando por Paco de Lucía, Bob Dylan, Cat Stevens o Los Habichuela. También forman parte de este pequeño santuario las que Felipe Conde fabricó personalmente para Al Di Meola, Lenny Kravitz, David Byrne o Rafael Riqueni. «Solo el 15% de mis clientes son profesionales», precisa el guitarrero, que ha recibido encargos de príncipes y nobles. «Antes de llegar al trono, el rey Felipe VI le regaló una de nuestras guitarras al emperador Akihito de Japón».

Olor de las virutas

En su opinión, el artista que mejor ha ahondado en el alma de sus guitarras ha sido Paco de Lucía. «No hay comparación con el resto. Todavía estoy sintiendo su pérdida. Era muy humilde y fácil de trato, excepcional como artista y como persona. He arreglado varias veces la guitarra que tocaba en sus conciertos, construida por mi padre. Y la primera que yo hice, con 17 años, la conservan los familiares de su hermano, Ramón de Algeciras; está firmada con mi nombre y me gustaría recuperarla, pero tampoco está en malas manos, ¿no?», sonríe el lutier, que se inició en el oficio a los 14 años. «Desde niño respiraba virutas. Mi primer trabajo fue pegar zoquetillos, pequeños tacos de madera que sirven para unir por dentro la tapa con el aro o contorno. Es un trabajo muy duro; me acabé quemando los dedos con la cola caliente por falta de experiencia». Paciente y tenaz, además de guitarrero es licenciado en Derecho, aunque no ejerce. Sacó la carrera a duras penas, asistiendo a los nocturnos de la Complutense tras concluir su faena.

A sus 57 años, Conde sigue considerándose un aprendiz. «Para este oficio no vale cualquiera. Lo primero es conocer la técnica; si no la tienes, todo son tropezones. Cuando la aprendes, hay que manejar todas las fases de construcción: selección y secado de la madera, construcción, montaje, marquetería, barnizado y afinación», afirma. No hay dos guitarras iguales. «Influye el tipo de madera, la humedad, la forma en que se cierran… y hasta el estado de ánimo de quien la hace».

Bob Dylan
Los artistas. Bob Dylan

De su taller salen unas 40 guitarras de concierto al año, la mitad clásicas y la mitad flamencas, además de un centenar de calidad media. «Las clásicas tienen un sonido más nítido y las flamencas más brillante», precisa. En cualquier caso, ambas son verdaderas obras de arte. ¿Qué les distingue de la competencia? «Por una parte, los materiales, que son extremadamente antiguos y están sometidos a un secado natural; por otra, el uso de nuestras plantillas, algunas centenarias, y una construcción exquisita». El resultado son guitarras ligeras y con un sonido potente. Los precios oscilan entre los 2.150 y los 20.000 euros. «Hay que tener en cuenta que cada guitarra tarda dos meses en montarse. Eso, sin contar el tiempo de secado natural, que oscila entre 20 y 30 años en función de la densidad de la madera». Los materiales son los mejores del mercado, y Felipe acostumbra a viajar a los países de origen para escogerlos. «Solemos utilizar pino abeto del norte de Italia, Suiza, Serbia o Alemania. Con un buen abeto para la tapa ya tienes mucho ganado. Para los aros y el fondo gastamos ciprés español o palosanto de Madagascar. En cuanto al mango, le va muy bien el cedro de Honduras y de Brasil ya que, al ser una madera muy dura, aguanta la tensión de las cuerdas. El diapasón es de ébano, tan denso que ni siquiera flota».

En el salón de guitarras hay varios bloques de madera secándose. «Estoy usando la madera que puso a deshumedecer mi padre hace 30 o 40 años, pero también he empezado a comprar tablas para mis hijos, porque la materia prima es esencial», comenta refiriéndose a María y Felipe, de 25 y 23 años. Tras finalizar sus estudios universitarios –él es sociólogo y ella psicóloga– decidieron incorporarse al negocio y hoy forman parte de la plantilla, compuesta por seis empleados. Ambos han hecho ya sus primeras guitarras. A buen seguro, Domingo Esteso nunca imaginó que su guitarrería alcanzaría el siglo de vida. Rebobinemos hasta 1915. Tras independizarse del taller de Manuel Ramírez, el fundador montó su propio negocio en la calle Gravina nº 7 de Madrid. Su mujer, Nicolasa Salamanca, se encargaba de barnizar las guitarras. Muchas de ellas fueron vendidas en Argentina, antigua potencia mundial. A finales de los años 20 se incorporaron al taller los sobrinos de Domingo, Faustino y Mariano, quienes permanecieron con él hasta su muerte, por una pulmonía, en 1937.

Tras la Guerra Civil, los aprendices siguieron usando el sello Viuda y Sobrinos de Esteso por respeto a su tía, y lo mantuvieron hasta su fallecimiento en 1959. Por entonces se incorporó al taller el hermano menor de Faustino y Mariano, Julio. Consiguieron extraer a la guitarra un sonido más potente, sobre todo por las mejoras introducidas por Mariano Conde, el padre de Felipe. Durante la etapa que va de 1960 a 1989 el taller cogió velocidad de crucero. Fue una de las más prolíferas, con encargos de Ramón Montoya, Niño Ricardo, Sabicas, Paco de Lucía, Al Di Meola y Leonard Cohen. «Mi padre y mi tío introdujeron, por primera vez, la madera de palosanto en la guitarra flamenca [utilizada tradicionalmente para la clásica], que de la mano de Paco de Lucía se popularizó como guitarra flamenca para concierto. Desde entonces, a esta guitarra se la denomina negra, en contraposición a la blanca, construida en madera de ciprés», explica Conde, que entró de aprendiz en 1971. ¿Qué le enseñó su padre? «Por una parte, el respeto a la tradición y el buen hacer en la construcción de la guitarra; por otra, el trato directo con el profesional».

Lenny Kravitz.
Lenny Kravitz.

Tras la muerte de su padre en 1989, los hermanos Felipe y Mariano Conde se pusieron al frente del negocio. Aprovechando las mejoras de materiales y tecnología, fueron introduciendo nuevos modelos (Felipe V, Reedición Domingo Esteso o Viuda y Sobrinos de 1953) que, no obstante, mantienen la construcción artesanal y el sonido tradicional. En esta última etapa Felipe Conde empieza a exponer sus guitarras en ferias internacionales. «En breve estaré en la de Los Ángeles, una de las principales junto a las de Shanghai y Frankfurt. Vendemos fuera el 90% de nuestra producción; la crisis española no nos afecta demasiado», aclara el empresario, miembro del selecto Círculo Fortuny de marcas culturales y de prestigio. A partir de 2010, se independiza de su hermano Mariano y la guitarrería toma su nombre.

Pero si de algo se siente especialmente satisfecho es de haber puesto en valor el legado de sus antepasados. «He hecho reediciones de antiguas guitarras de mi tío abuelo y mi padre, sacando a la luz piezas de principios del siglo XX. El mismo barniz, el mismo trabajo, el mismo sonido antiguo…», dice el lutier. Ese afán le ha llevado a construir la Guitarra del centenario, su pieza más exclusiva, aunque no la más cara (unos 18.000 euros con IVA) porque quiere hacerla accesible a un público más amplio. Ocupa un lugar preferente en las vitrinas. «Es la reedición de una guitarra que construyó Domingo Esteso, y se ajusta muchísimo a la original. Su sonido es antiguo, cálido y envolvente», señala. Haría las delicias de Leonard Cohen. ¡Hallelujah!

Conmemorativa

Guitarra del Centenario
Guitarra del Centenario. 1. Caja de pino abeto alemán. 2. Diapasón de ébano de Camerún. 3. Mango de cedro de Brasil.

La Guitarra del Centenario se inspira en un diseño del tío abuelo de Conde, Domingo Esteso. «Se ajusta mucho a la original», comenta él. «Cuando la vi me enamoré de ella. Además, tiene valor sentimental: la tocó el profesor de mi padre, Daniel Fortea, que a su vez fue alumno de Francisco Tárrega, compositor de Recuerdos de la Alhambra yCapricho árabe«.

MATERIALES. Para recrearla, Conde utilizó una plantilla de 1915 y materiales selectos: la caja (1), de pino abeto alemán; el diapasón (2), de ébano de Camerún; y el mango (3), de cedro de Brasil. Lleva un acabado de barniz de goma laca. Todo ello contribuye a crear un sonido «antiguo, cálido y envolvente», en palabras de su autor.

CUIDADOS. Para garantizar su personalidadsonora se recomienda guardarla siempre en su funda original. El exceso de calor o de humedad y unas condiciones ambientales cambiantes pueden ser perjudiciales para la madera. En cuanto a su limpieza, hay que utilizar un paño de gamuza suave y seco o ligeramente humedecido con agua, nunca con productos químicos. PRECIO.18.000 euros. Por Jessica Nieto

Más información. www.condehermanos.com

Por Juan Carlos Rodríguez. Fotografía de Chema Conesa

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