Forbes Interview | Frédéric Rouzaud: “Un mundo sin champán sería mucho más triste”

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Una enigmática escultura contemporánea realizada con tiza e incrustaciones de pan de oro decora la entrada del cuartel general de Louis Roederer en Reims, al noroeste de Francia. Tallada a mano por el artista vietnamita Duy Anh Nhan Duc, la pieza se titula Lignes de vie (líneas de vida) y es un homenaje al terroir de Champagne. “El bloque de creta (o tiza) procede del subsuelo calcáreo típico de esta región, que favorece el drenaje del terreno y otorga esa mineralidad tan particular a nuestros vinos. Por otra parte, los surcos dorados sobre la piedra representan los sarmientos de la vid”, explica Frédéric Rouzaud (Montpellier, Francia, 1967), representante de la séptima generación familiar de esta prestigiosa maison. Fundada en 1776 y propiedad de la misma familia desde 1819, Louis Roederer es una de las grandes casas de champán que a día de hoy siguen siendo independientes.

Cercano, de modales exquisitos y amante del arte, nuestro anfitrión lleva en el alma la pasión por el vino y se define como “un hombre de la tierra”. Nos recibe en el palacete familiar del s. XIX a comienzos noviembre, días después de una vendimia que califica de “excelente” a pesar de la pasada sequía. Licenciado en Administración de Empresas, a los 24 años entró a trabajar en una inmobiliaria y se especializó en tasación de viñedos antes de incorporarse al negocio familiar. Tras suceder a su padre, Jean Claude Rouzaud, hoy gestiona una explotación vinícola de 240 hectáreas compuesta exclusivamente por viñedos Premiers y Grand Crus. La búsqueda de la excelencia se traduce en champanes como el mítico Cristal (creado en 1876 por encargo del zar ruso Alejandro II), el reconocido Brut Premier o el Cristal Rosé. Todos ellos fueron condecorados en 2020 como “Mejor champagne del mundo” en su categoría por los premios The Champagne & Sparkling Wine World Championships, los Oscar del sector.

P. ¿Cómo fue la última vendimia, monsieur Rouzaud?

R. En mi opinión, hemos tenido una de las vendimias del siglo. Por lo general, ha sido un año muy seco, pero las lluvias llegaron en buen momento (en junio y agosto) y la viña no sufrió con la sequía gracias a que los suelos de creta (roca caliza) retienen bien el agua. Así que este año ha sido realmente excepcional. ¡Habrá que comprar la cosecha del 2022!

P. Louis Roederer es una de las grandes casas de Champagne que a día de hoy siguen siendo independientes. ¿Qué ventajas aporta este factor?

R. Frente a una compañía que cotiza en Bolsa y está más orientada a las finanzas, una maison independiente puede permitirse el lujo de la creatividad y de hacer las cosas con tiempo. Nuestras viñas empiezan a ser interesantes al cabo de unos 10, 15 o 20 años; las vides de Cristal, por ejemplo, tienen una media de 30 años. En nuestro oficio decimos que la vid da forma a la uva, los enólogos transforman esta materia prima…, y el tiempo es el verdadero escultor de los vinos.

P.  Su antepasado Louis Roederer pensaba que “un gran vino tiene su origen en la tierra”. ¿Hoy, igual que ayer, la calidad proviene del viñedo?

R. Sí, y hoy sigue siendo más cierto que nunca. Para hacer grandes vinos, lo primero que hace falta son grandes viñedos, y luego hay que encargarse de la poda, de trabajar el suelo, de escoger el día exacto para la vendimia… Desde el principio, Louis Roederer eligió los grands crus de Verzenay y de la Montaña de Reims, parcelas que fueron ampliándose hasta alcanzar el actual viñedo de 240 hectáreas, un auténtico Stradivarius vitícola. La materia prima que se obtiene de este tesoro es formidable y corresponde al sabor y al estilo de champagne que nos gusta hacer.

P.  ¿En qué consiste el “estilo Roederer”?

R. En la búsqueda de un equilibrio sutil entre la concentración, la madurez, la frescura y la salinidad característica de nuestros vinos.

P. El chef de cave de Louis Roederer, Jean-Baptiste Lecaillon, dice que esta es la casa de champán “más borgoñona”. ¿Por qué?

R. Supongo que se refiere a que seguimos siendo esencialmente viticultores. Hacemos elaboraciones parcela por parcela, y esto nos permite trabajar de forma muy precisa. (En la actualidad, la bodega de Louis Roederer cuenta con 410 depósitos, prácticamente uno por parcela, respetando así la identidad de cada una de ellas).

P. Con 24 años empezó a trabajar en el departamento de viñedos de una inmobiliaria de París. ¿De qué le sirvió aquella experiencia?

R. Me permitió conocer el mundo de las viñas a través de los peritajes y, al mismo tiempo, descubrir Burdeos. Fui yo quien le propuso a mi padre la adquisición de la casa de champán Deutz, que se concretó en 1983.

P. Hablando de peritajes… ¿Cuánto cuestan las 240 Hectáreas que poseen en los mejores crus de Champagne?

R. Es difícil calcularlo. Una viña en la región de Champagne vale entre uno y dos millones por hectárea, en función del tipo de finca, la exposición al sol, el mantenimiento. Como mínimo, un millón por hectárea, eso seguro.

P. Entró en el negocio familiar en 1996, pero al principio no quería trabajar con su padre, Jean-Claude. ¿Sentía demasiada responsabilidad?

R. No, porque en la familia seguimos una regla bastante sencilla: no entrar a trabajar directamente en la Maison tras acabar la carrera. Preferimos que los más jóvenes de la casa trabajen fuera durante 5 años para que luego puedan enseñar aquí lo que han aprendido en otras compañías.

P. “Simplicidad, modestia y savoir faire” son atributos de la Casa. ¿Los comparte?

R. Yo añadiría también la humildad frente a la naturaleza. Hay que mostrarle respeto, porque el clima cambia cada año y hay que adaptarse. Otro verdadero motor de la familia a lo largo de varias generaciones ha sido la audacia: comprar viñas en 1850, por ejemplo, no fue precisamente una buena idea a nivel económico. Gracias a ser una casa independiente, también nos distingue la creatividad y la visión a largo plazo.

P. Cristal (creado en 1876) o Brut Nature (en 1920) han sido premiados como “Mejor champán del mundo”. ¿Cuál es el secreto para no pasar de moda?

R. Hay que estar siempre en continuo movimiento, creando, reflexionando, experimentando… Los champanes que estamos haciendo hoy proceden de viñedos viejos, así es que seguimos utilizando la misma uva que en el pasado; sin embargo, las prácticas de elaboración han ido evolucionado con los años. Por ejemplo, hace 50 o 60 años se añadía mucho más dosage (dulcificación adicional) al champán; de hecho, se bebían más con los postres. En cambio, la tendencia actual es reducir el dosage para revelar la magia de los grandes terruños de Champaña; esa creta, ese aspecto salino y mineral.

P. ¿Qué tiene Cristal que no tiene Dom Pérignon?

R. Son dos estilos diferentes, pero ambos participan del éxito en Champaña, de la magia que revela a través de sus grandes vinos.

P. Dice que el champán está en ebullición en términos de creatividad. ¿Se debe a una necesidad de diferenciarse de la competencia?

R. Champaña es un terruño extraordinario, mágico, con un clima bastante peculiar, así que tenemos un gran tesoro. Esto empuja a los productores a cuestionarse, a inventar, a intentar adaptarse al clima. La producción en esta región es limitada (unas 32.000 hectáreas) si la comparamos con otras regiones productoras de espumosos a nivel mundial. Por tanto, la creatividad se expresa a través de una gran diversidad de estilos.

P. ¿Hasta qué punto se implica en el día a día de la compañía?

R. Me encargo de dirigir a todo el equipo, de tomar las decisiones estratégicas y, por supuesto, intento conquistar nuevos clientes. Mi misión también es explicar por qué hacemos unos vinos tan especiales.

P. ¿Cuál es el volumen de ventas de todo el grupo, Roederer Collection?

R. No damos cifras, aunque sí puedo decir que hacemos alrededor de unos 4 millones de botellas de champán Roederer y cerca de 3 millones de botellas de champán Deutz. Además, en Burdeosproducimos los vinos Domaines OttPichon Comtesse y Château de Pez; en Portugal, Ramos Pinto; y a eso hay que sumar nuestras tres bodegas en California.

P. ¿Suele probar espumosos de otras denominaciones?

R. Probamos a menudo nuestro vino espumoso californiano, Roederer Estate, que se hace en el valle de Anderson Valley. No tenemos muchas ocasiones para probar otros, pero resulta que nuestra distribuidora en España es Primeras Marcas, cuyo propietario era el presidente de Juvé & Camps, y gracias a ello he podido apreciar este excelente cava.  

P. ¿Qué tiene el champán que no tenga el cava?

R. Son dos estilos diferentes, resultado de unos terruños, unos climas y unas variedades de uva diferentes. Creo que los cavas son más frutales, más fáciles de beber. El champán quizás tiene más mineralidad, más frescor, más capacidad de envejecimiento.

P. ¿Por qué el champán es el espumoso más caro del mundo?

R. Tiene una magia especial vinculada a su terruño único de creta y a un método champenoise muy peculiar. Además, gracias al clima septentrional, su maduración es lenta. Para su elaboración se utilizan dos grandes variedades: pinot noir chardonnay. Todo ello da como resultado un equilibrio absoluto entre finura, concentración, mineralidad y madurez.  La demanda del producto es muy elevada y la oferta bastante limitada, lo que contribuye a que sea el espumoso más caro a nivel mundial.

P. Tienen 10 bodegas en propiedad. ¿Contempla nuevas adquisiciones?

R. Nuestras compras en el exterior siempre han estado precedidas de encuentros con propietarios que hacen grandes vinos. De modo que si algún día encontramos – ya sea en España, en Italia, o en países dónde no estamos todavía- una familia con quien empaticemos, estaremos muy atentos. Pero no hacemos búsquedas fervientes para comprar. Primero nos tenemos que preocupar de nuestras casas.

P. Adivine quién dijo esta frase: «Quien no se arriesga nunca bebe champán”…

R. No, no lo sé.

P. Vladimir Putin.

R. ¿Ah sí?  Bien, bien… (con cara de póker).

P. ¿Qué huella le gustaría dejar en esta Maison?

R. El dinamismo, la creatividad, la libertad… La gente tiene que estar motivada, sentirse creativa, libre y entregada con lo que hace.

P. ¿Imagina un mundo sin champán?

R. No, eso es imposible (Risas). Sería un mundo mucho más triste, desde luego. Hace falta champán, en las derrotas y en los éxitos. Siempre hace falta champán.

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