De compras en ARCO con Alain Servais, la “oveja negra” del arte contemporáneo

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Tarjeta VIP en mano, acompañamos al respetado coleccionista belga en la apertura de la feria de Madrid, que ha registrado 95.000 visitantes, 2.000 más que antes de la pandemia.

Son las 10h de la mañana del miércoles 22 de febrero, día de apertura de ARCO Madrid para profesionales. A esta hora, el restaurante La Rotonda del hotel Palace está inusualmente lleno. Bajo su magnífica cúpula acristalada, un numeroso grupo de coleccionistas de arte desayuna en un ambiente distendido y bullicioso. Procedentes de distintos países, muchos de ellos se conocen desde hace años y coinciden habitualmente en otras ferias de arte contemporáneo como Art Basel o Frieze. En una de las mesas nos espera el belga Alain Servais (18 de octubre de 1963, Bruselas), uno de los 400 coleccionistas invitados por el programa Guest (antes VIP) de la feria madrileña, cuya edición número 42 cuenta con 211 galerías procedentes de 36 países. Gran connoisseur del mundo del arte, tendremos el privilegio de acompañarle durante esta jornada inaugural.

Desde el principio deja claro que “una feria de arte no es tan diferente a un centro comercial”. Eso sí, aprecia las ventajas del programa Guest Internacional, que cubre alojamiento y desayuno en el Palace: acceso prioritario a la feria, entrada a las inauguraciones en galerías de la ciudad y visitas a colecciones privadas, entre otros servicios exclusivos. Dentro de ARCO no se perderá el programa privado de comisarios de arte ni la comida restringida a coleccionistas, que le permite reunirse con sus colegas. A partir de las 19h asistirá a un cóctel de la galería neoyorquina David Zwirner y a una cena ofrecida por Esther Shipper y Medhi Chouakri.

El tema central de la presente edición es Mediterráneo: un mar redondo, nueva sección protagonizada por países y artistas de este área geográfica. No es que a él no le interese, “pero sobre todo vengo a ARCO por la escena latinoamericana y el arte emergente español”, aclara Servais, miembro del Global Patrons Council de Art Basel.

Foto Alain Servais churro
En la imagen superior, fotografía de Alain Servais por Andrea Hernández. Sobre estas líneas, desayunando en el hotel Palace de Madrid. Imagen: Julia Hernández.

Antes del atracón de arte desayuna con calma en “tres actos”: cereales con yogur, huevos con salmón y bacon y, por último, una tostada con aceite de oliva acompañada de churros. Se declara fan de la cocina española. “En mi nevera nunca falta el gazpacho Alvalle”, asegura guiñando un ojo en presencia del coleccionista alemán Peter Niemann y de la asesora de arte Eva Ruiz, que nos acompañará durante la ruta por ARCO.

Apasionado y comprometido

Esta empresaria y coleccionista madrileña, fundadora de la consultora para ferias Arternativ, ha trabajado de cerca con él y considera que Alain “es un tipo de coleccionista en vías de extinción, de los apasionados y comprometidos con el arte por encima de ellos mismos. Conozco a pocos que lean e indaguen tanto sobre arte y viajen por todo el mundo para conocer las diferentes prácticas artísticas. No es el típico que va a una feria y compra 40 obras de forma compulsiva, sino que recorre diferentes bienales, museos y galerías internacionales, investiga la carrera de un artista que le gusta e intenta adquirir su obra más representativa”.

Foto solapa de su americana lleva un pin de ARCO y otro con una calavera y el lema Sympathy for the Devil (simpatía por el diablo).
En la solapa de su americana, Alain Servais lleva un pin de ARCO y otro con una calavera y el lema Sympathy for the Devil (simpatía por el diablo). Fotografía: Julia Hernández.

Nuestro protagonista no aparenta los 59 años que tiene. Alto, de porte elegante y con barba de varios días, viste chaqueta de Etro, vaqueros, calzado deportivo y un pañuelo de seda anudado al cuello, su prenda más distintiva. “Nunca repito el mismo look durante los días de feria. Me visto así para parecer integrado, pero en realidad soy una oveja negra dentro de este mundillo”, confiesa este antiguo banquero de inversión que hizo fortuna en el Wall Street de los 90 y trabaja como asesor financiero independiente.

Para ilustrar su afirmación muestra una tarjeta que resume su “visión del mundo”. En ella aparecen dibujados tres animales -una oveja, un lobo y un cerdo- relacionados entre sí. “Vivimos en un mundo de ovejas dirigido por lobos donde los dueños son los cerdos”, explica. “Y yo no quiero ser una oveja más de este rebaño. Mi naturaleza es ir a contracorriente”.

Durante el desayuno disertará sobre tres cuestiones fundamentales: qué es el arte, dónde radica su valor y cuál es su rol como coleccionista. “Para mí, el arte es un lenguaje que abre mi corazón hacia el otro, ya sea la raza, la religión o el género. Su valor intrínseco es cero, lo que le da valor es el mito que se crea a su alrededor y lo importante es que ese mito se sustente en un valor histórico. Lo que más me interesa es construir una colección y que esta represente el momento actual, preservando las obras de arte como hace un museo. Por tanto, mi papel como coleccionista es apoyar y custodiar”.

Respetado por su conocimiento, seriedad e independencia, sus controvertidas opiniones a menudo incendian Twitter, donde tiene más de 11.000 seguidores (@aservais1). Empezó a comprar arte en 1997, cuando trabajaba como inversor de banca en Nueva York. “Cuando salía estresado de la oficina, entraba en el MoMA o en el Metropolitan y sentía paz. Mi primera compra consciente fueron dos fotografías de Nan Goldin y Andrés Serrano para llevarme esa sensación a casa”, recuerda este pionero del videoarte. Desde entonces atesora cientos de piezas de artistas internacionales: desde consagrados como Sherman, Richter y Kruger, a emergentes como Versteeg, Papadopoulos y Broomberg & Chanarin.

Foto Alain Servais conversa con la coleccionista de arte Ella Fontanals-Cisneros
Alain Servais conversa con la coleccionista de arte Ella Fontanals-Cisneros. Fotografía: Julia Hernández.

Residencia de artistas en The Loft

Su heterodoxa colección se exhibe en The Loft, una antigua fábrica de Bruselas que rehabilitó como galería de arte y funciona también como residencia de artistas. En ella, la pintura no tiene cabida. ¿A qué se debe esta clamorosa ausencia? “La pintura se está desvaneciendo y honestamente vale más dinero de lo que a mí me interesa. Además, hoy en día se corre el peligro de que cualquier rayajo pintado en un lienzo, por el hecho de que sea una pintura, se considere una obra de arte”, enfatiza. Al contrario que sus colegas, suele compartir sus obras con comisarios y amigos. “No es un acto filantrópico, sino más bien egoísta. Tarde o temprano, la mayoría de los coleccionistas se dan cuenta de que compartir el arte es una parte indisociable de poseerlo”. ¿Su criterio como coleccionista? “Compra siempre la obra más fuerte del artista que te gusta”.

ARCO abre sus puertas a las 11h, pero él no muestra ninguna prisa por llegar el primero. En las últimas cuatro semanas ha recorrido cinco bienales en las que ha comprado una veintena obras. No llega con hambre atrasada. “Para mí, el arte no es una urgencia. Poseer una nueva obra no va a cambiar mi vida”, afirma antes de coger el taxi hacia Ifema, que en 15 minutos nos deja en el Acceso Guess del Pabellón 9. No tiene un itinerario preestablecido, pero sí tiene claras sus preferencias: las 11 galerías latinoamericanas reunidas en la sección Nunca es lo mismo y algunas boutiques españolas.

Foto Daniel Canogar charla con Alain Servais.
El artista Daniel Canogar charla con Alain Servais. Fotografía: Julia Hernández.

Nada más entrar vemos a una chica subida a una máquina elíptica. ¿Una performance? No, el espacio de Technogym diseñado por Patricia Urquiola. Tras dejar el abrigo en el lounge Verbena, Servais saluda al artista visual Daniel Canogar. “Le conocí hace 15 años y compré su pieza Game Over en la galería Max Estrella”, recuerda el coleccionista belga. Por su relación con el mundo financiero, también destaca una obra de este autor que refleja las fluctuaciones de la Bolsa de Nueva York en tiempo real. “El arte no debe ser mono, debe hacer preguntas”, comenta al pasar por el stand de El País, que incluye el lienzo My Daily News de Edgar Plans, “un homenaje al periodismo”. En la galería mexicana Pequod Co observa un artefacto que recrea las condiciones atmosféricas del pasado. “La instalación no me entusiasma, pero México tiene una de las escenas más interesantes del mundo”, afirma tras charlar con sus directores. Guiado por su curiosidad se para en la galería catalana Chiquita Room. “Es nueva y tiene riesgo”, dice antes de escuchar la explicación de la artista Teresa Estapé sobre Forget Me Not, “una pieza que recupera la joyería fúnebre victoriana y hace reflexionar sobre el duelo en la sociedad contemporánea”. Servais toma notas en su cuaderno. “Aprecio las historias bien contadas, y a ser posible que puedan explicarse en dos minutos”.

La mañana transcurre entre charlas con diferentes colegas, desde la veterana Ella Fontanals-Cisneros a la joven Laura Peh, editora, coleccionista y arpista de Singapur que a sus 29 años se estrena en ARCO. Su reciente lesión en una pierna no le impide moverse por la feria en silla de ruedas. Alain Servais se presta a ser su cicerone y a compartir mesa en ARCOlunch, con cátering gourmet de Mallorca.

Foto Alain Servais junto a Laura Peh, a su izquierda, editora, coleccionista y arpista de Singapur que se estrena en ARCO.
Alain Servais junto a Laura Peh, a su izquierda, editora, coleccionista y arpista de Singapur que se estrena en ARCO. Fotografía: Julia Hernández.

¿Qué hay de los precios? En ARCO no suelen bajar de los 8.000 o 10.000 euros, y en esta edición la pieza más cara, una escultura de Eduardo Chillida propiedad de Carreras Múgica, está valorada en 3,7 millones. Servais no parte de un presupuesto determinado para ir de compras. “Hay que desmitificar la figura del coleccionista obsesivo con necesidad de comprar el primer día”, señala la asesora Eva Ruiz. “Existen otros que, como Alain, son más reflexivos y se centran más en dialogar con los galeristas y en descubrir nuevos artistas antes de cerrar una compra”.

Los Inventarios Reales de Diana Larrea, Espacio Mínimo, una de las tres obras adquiridas por Alain Servais. En total, su botín alcanza un valor de 120.000 euros. Fotografía: Julia Hernández.
Los Inventarios Reales de Diana Larrea, Espacio Mínimo, una de las tres obras adquiridas por Alain Servais. En total, su botín alcanza un valor de 120.000 euros. Fotografía: Julia Hernández.

Por la tarde, tras asistir al taller de comisarios de arte, nuestro protagonista visita galerías españolas como Espacio Mínimo, NoguerasBlanchard y Espacio Valverde. También se interesa por la brasileña Jacqueline Martins, con sede en Bélgica y especializada en artistas brasileños que sufrieron represión durante la dictadura. Yuri Oliveira, socio de esta galería, define a su amigo Alain Servais como “un coleccionista muy serio, que se preocupa por los artistas y muestra un gran interés por los conflictos políticos”.

FOTO 'Aquí murió Picasso', de Eugenio Merino, en el expositor de la galería ADN.
Aquí murió Picasso, de Eugenio Merino, en el expositor de la galería ADN. Fotografía: Julia Hernández.

ARCO cierra sus puertas a las 19h de la tarde. Pese a que el primer día de la feria se va de vacío, ha registrado las piezas que mejor pueden encajar en su colección, y al día siguiente volverá a por ellas. En Espacio Mínimo compra Los Inventarios Reales, una serie de nueve cuadros de Diana Larrea en la que visibiliza a mujeres cuyas obras fueron atribuidas a pintores masculinos. En 1 Mira Madrid adquiere una obra de Nil Yalter que homenajea a las mujeres inmigrantes. Y por último, en la Galería Mandragoa de Lisboa escoge varias telas de Adrián Balseca que denuncian las atrocidades medioambientales que provocó la compañía Ortho Fertilizer en Ecuador. En total, su botín alcanza un valor de 120.000 euros. La oveja negra del arte contemporáneo regresa a Bélgica con el deber cumplido. Identificar obras con valor histórico, custodiarlas y compartirlas es su última misión como coleccionista.

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