Un atelier para equinos

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Esta familia de Lebrija (Sevilla) elabora y restaura algunas de las mejores guarniciones para caballos del mundo. Reciben encargos de Palacio Real, Hollywood y firmas de lujo.

«Buenos días, soy el jefe de Caballerizas Reales de Palacio Real de Madrid. Le llamo porque hemos visto algunos trabajos suyos. ¿Podría hacerle un encargo para Patrimonio Nacional?». Aquella inesperada llamada causó conmoción en el apacible y laborioso Taller de Guarniciones Dorantes. Fue en 2005, pero Francisco Dorantes Caro, el dueño de esta prestigiosa guarnicionería de Lebrija (Sevilla), la recuerda como si fuera hoy. «Estuve a punto de colgar pensando que era broma. Para mi sorpresa, el encargo iba en serio», explica el propietario de este taller fundado en 1994, uno de los mejores en el arte de trabajar el cuero para guarniciones de caballería. Los accesorios ecuestres que aquí se conservan y restauran a mano son pequeñas obras de arte que transmiten el exquisito gusto del artesano.

Hasta el rey Alfonso XIII, todos los monarcas españoles tenían sus propias guarniciones personalizadas. Sin embargo, el entonces rey Juan Carlos carecía de ellas, y Patrimonio decidió encargárselas a un profesional de renombre. Y lo encontró en Lebrija, cuna de carroceros. A juzgar por los elogios la elección fue un acierto: «Guarnicionería Dorantes ha demostrado un alto nivel de perfección y dedicación, que junto a su rigor histórico y las mejores técnicas artesanales les han llevado a crear nuestras guarniciones y a conservar y restaurar las históricas del siglo XIX», comenta la institución. Hasta el momento la firma ha vestido guarniciones y carruajes de la comitiva real, utilizados en los actos de presentación de las cartas credenciales de los nuevos embajadores.

Especializado en la restauración y conservación de guarniciones históricas, el último trabajo de Dorantes ha sido una réplica de la guarnicionería que realizó José Rodríguez Zurdo en el siglo XIX para los caballos de Isabel II. «Ha sido un sueño, porque este antiguo guarnicionero de la Casa Real es una fuente de inspiración», afirma Francisco Dorantes (Lebrija, 24 de agosto de 1976), un tipo humilde y obsesionado con la excelencia que se describe como «un lunático del oficio». En la nutrida biblioteca de su taller (unos 400 ejemplares) guarda como oro en paño el Manual del sillero y el guarnicionero, de Rodríguez Zurdo, publicado en 1861, la edad de oro del carruaje español. «Mis mejores maestros han sido los libros. Este me costó unos 1.500 euros», afirma.

Arte minucioso

Escrito con un lenguaje primoroso, el manual es una especie de biblia del oficio: «Un arte que requiere algunos conocimientos previos, constante laboriosidad y cierto gusto inventivo para ocuparse con éxito de sus artilugios, en cuya mayor parte entra por complemento una esmerada elegancia», señala el autor. Dos siglos después, estas premisas siguen vigentes en Dorantes, cuyas filigranas no tienen que envidiar en calidad, belleza y acabado a otras casas europeas con más solera, como Moirano (Italia), Van der Wiel (Bélgica) o Freedman (Canadá).

El discreto taller (techos altos, amplios ventanales, suelos de coloridos mosaicos) ocupa una antigua casona de 500 m2 que perteneció a los abuelos del propietario. Está dividido en cinco estancias: taller de restauración, corte y patronaje, almacén, biblioteca y sala de exposición. Desde la puerta de entrada se percibe un intenso olor a cuero, aunque los siete empleados de la empresa apenas lo distinguen. Todos son de la familia, a excepción de Juan Francisco Zambrano, a quien llaman cariñosamente «el adoptado». Viéndoles trabajar en silencio con sus herramientas –chaveta, media luna, lezna, bolo, compás–, ya sea cortando, alisando o lustrando el cuero, se comprende que el trabajo a mano es el verdadero lujo. Los precios, por debajo del mercado internacional, oscilan entre los 250 euros de un frontal hasta los 60.000 de una guarnición para Patrimonio Real, aunque las hay en torno a 8.200.

Según Francisco Dorantes, lo que distingue a esta casa es «la calidad de los materiales y el gusto por el detalle. Compramos en Lyon los mejores cueros procedentes de novillo irlandés, aunque también usamos pieles de Villarramiel del Campo (Palencia). Pedimos que el curtido sea vegetal, porque absorbe las manchas y envejece mejor, y que la piel tenga una cilindrada determinada para que la presión sobre el cuero sea la adecuada», explica mientras su primo José Sánchez Caro cose unas correas. Más allá, junto al collerón (el molde de la cabeza del caballo), Juan Francisco nutre una sobreaguja con un adobo de aceite de cedro, lanolina y disolvente que compran en el Museo Británico de Conservación: «Cuesta 100 euros el kilo, pero es el mejor aislante», señala.

Si en el obrador de restauración trabajan los hombres, en el de corte y confección lo hacen las mujeres. Ambas salas están separadas por un altillo. «Nosotras en Villa Arriba y ellos en Villa Abajo», bromean Casti, Ana y Manuela, la mujer y dos de las hermanas del propietario, afanadas en lustrar hebillas de plata, armar pasadores o pintar las cucardas que adornan las sienes del caballo. De la administración se encarga la hermana mayor, Antonia; mientras que Marcos, sobrino y socio, lo mismo monta un collarón que atiende pedidos o sube una foto a Facebook. «Estudié lo que me gustaba, ingeniería agrícola, y trabajo en lo que me apasiona», resume el joven discípulo.

Piezas preciosas

En una vitrina se van guardando los objetos terminados. Como un arnés de tronco de 1880 que Santiago Domecq Bohórquez llevó a restaurar y que perteneció al marqués de Negrón. «Tras hacer un estudio comprobamos que procedía de Hermès, por lo que ahora vale 10 veces más», señala el maestro Dorantes, que optó por cambiar los frágiles latiguillos y respetar las partes más sólidas. En la restauración participaron cinco operarios durante 1.500 horas. Con la entrega de cada obra, el cliente recibe un librito con el estudio técnico de materiales, el estado de conservación, el proceso de restauración y las fotos del antes y el después. El ganadero jerezano, cliente fiel, se muestra satisfecho con el renovado arnés que le regaló a su madre en su 80 cumpleaños: «Dorantes es el número 1 de España. Tiene la sensibilidad de respetar lo antiguo».

Perfeccionismo. Bridón perteneciente a un arnés de tronco de Hermès propiedad de Santiago Domecq Bohórquez.

Nacido en el seno de una familia de agricultores, Francisco Dorantes se crió en una granja: «Desde niño me gustaban los caballos, y a los 10 años mi padre me regaló una silla de montar. Supongo que de ahí viene mi afición». Sus primeras manualidades fueron collares para perros y protectores para caballos. De vez en cuando Federico de Vicente, un artista bohemio que era amigo de su padre, le dejaba algún retal de cuero. «Me contaba historias inventadas y eso me hacía soñar: ‘¿No has visto a Curro Romero? ¡Acaba de salir del taller!’, me decía». Ya tenía clara su vocación cuando, a los 16 años, empezó sus estudios de guarnicionero en El Cortijo del Cuarto (Sevilla), donde contactó con maestros como Paco López, conocido por sus zapatos a medida. Dos años después, en 1994, montó su primer taller. Nunca le faltó tajo. La Junta de Andalucía impartía unos cursos de Restauración de Carruajes en Lebrija, a los que él suministraba la guarnicionería. Paralelamente, empezó a trabajar para el ganadero Gregorio Aranda, propietario de la colección de carruajes de época más importante de Europa, unos 150. «Hice muchas piezas: desde una simple estribera a una capota o unos aletines», recuerda.

Su trayectoria ha sido «una búsqueda incansable, una inquietud que no te deja vivir». A sus conocimientos de zapatería se unieron sus estudios de carpintería y orfebrería, lo que ahora le permite conjugar cuero y herrajes. Así resume la evolución del taller desde 1994: «Empezamos haciendo monturas, después calzado a medida y más tarde, con la compra de arneses, pasamos a la fabricación y restauración. Y, poco a poco, entramos en el mundo del lujo y el coleccionismo a través de nuestros clientes más selectos».

Todos los elementos. La restauración es uno de los valores de Dorantes y vestir al caballo, una de sus especialidades. Entre sus trabajos, este arnés en piel de cerdo con hebillaje en plata y collerón de mimbre propiedad de Jacinto Planas Ros, abogado de Girona, que se exhibe en una estructura de metal con forma de caballo.

Las exhibiciones de enganches de Sevilla, Ronda y Jerez, promovidas por el Real Club de Enganches de Andalucía, son la Fórmula 1 de la guarnicionería nacional. Y rara es la ocasión en que el carruaje premiado no está adornado por Dorantes. El cirujano y coleccionista jerezano Antonio Gutiérrez, de 58 años, ha sido el gran triunfador de este año en Ronda (Málaga) y en Cuts (Francia), el principal certamen internacional. Dorantes modificó la guarnicionería americana existente por otra a la d’aumont, un tipo de enganche caracterizado por la ausencia de asiento del cochero. El resultado «es una obra de arte que se refleja en todos los detalles», según el agradecido dueño, que escribió una carta a la casa real británica para que considerase el buen hacer del taller de Lebrija.

Nahman Andic, fundador y exvicepresidente del gigante textil Mango, afirma con rotundidad: «Dorantes es el número 1 del mundo. Y reto a comparar trabajos a quien me contradiga», afirma. Propietario de una cuadra de 60 animales repartidos entre sus fincas de Barcelona y El Rocío, este año obtuvo el premio de mejor guarnicionería en la Exhibición de Enganches de Sevilla. Su afición se remonta a su niñez, cuando veraneaba en la isla Príncipe de su Turquía natal: «Allí la gente se desplaza en coche de caballos». Andic les ha encargado unas 40 guarniciones que forman una de las mejores colecciones de Europa. En su opinión, «la innovación ligada a la tradición, el gusto y la sensibilidad» son las principales virtudes de este artista. «Puedes ser un diseñador fantástico pero si no diseñas una prenda bonita, no vendes», concluye.

Nuestra visita acaba en la sala de exposiciones. Allí, un perchero en forma de caballo recibe al visitante con sus aparejos. Entre las obras, una guarnición de tronco de la Casa de Medinaceli, una sobreaguja de la guarnicionería de Isabel II o un bridón de mediados del siglo XIX que perteneció a Dina Vierny, una marchante, coleccionista y musa de artistas. «Es una de mis favoritas. Fuimos a buscarla a un château, y ya solo eso te seduce», dice Dorantes. Su vena coleccionista le lleva a recorrer subastas internacionales en busca de nuevos tesoros: desde un maletín de picnic a un cubrerruedas de mimbre pasando por paragüeros, tiradores o sombrereras.

Si a Francisco le ilusiona diversificar la producción, a su sobrino Marcos no le hace demasiada gracia: «No me veo haciendo carteras». El joven aprendiz prefiere centrarse en la guarnicionería, salir en prestigiosas revistas del sector como The Carriage Journal(perteneciente a la Asociación Americana del Carruaje) y darse a conocer en el extranjero a través de ferias. «Una vez fuimos a Windsor y la reina Isabel II nos saludó al pasar por nuestrostand«, recuerda orgulloso. Allí, junto a colegas como Louis Vuitton o Hermès, se sintieron parte de la élite.

Lo son. No solo porque Patrimonio Nacional cuente con ellos, sino porque Hermès, emblema del lujo clásico, también ha llamado a su puerta: «Quieren restaurar su museo de guarniciones y nos han tanteado. Es un proceso muy largo, pero sería la bomba. De momento vino a vernos el notario y ya le hemos hecho algunos trabajos para su colección privada», sonríe el fundador. ¿Su mayor satisfacción? «Haberme criado en el campo, llegar a donde he llegado y sentirme orgulloso ante mis padres». Aún guarda el cuadro que Federico de Vicente, el viejo bohemio que sin saberlo le inculcó la pasión de dar vida al cuero, le dedicó cuando era un niño: «Para Francisco Dorantes, el mejor guarnicionero del mundo».

Clientela ilustre

Rey Juan Carlos. Antiguo monarca español.

Rey Juan Carlos. Dorantes empezó a crear las guarniciones de Palacio Real por encargo de Patrimonio. Y se encargó de restaurar las históricas del siglo XIX.

Antonio Banderas. En el fime El Zorro vestía unas botas de piel con la firma de la guarnicionería, cuyos trabajos también se han visto enGladiator y El Quijote.

Nahman Andic. Los carruajes de la boda de la hija del fundador de Mango fueron vestidos por Dorantes. También tiene baúles, zahones o asientos para los toros.

Más información.www.fdorantes.com

Antonio Banderas. Actor español.

Por Juan Carlos Rodríguez. Fotografías de Ale Megale

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