Estrella Morente en el Teatro Real

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Será Candela en el montaje de El amor brujo que Víctor Ullate lleva al coso madrileño, pero no acaban ahí los proyectos de Estrella Morente. La cantaora acaba de publicar un disco de música brasileña y se vuelca en su labor social.

«Desorientada, perdida, ida». Así se sentía la cantaora Estrella Morente (Granada, 14 de agosto de 1980) durante la promoción deAutorretrato, su cuarto disco, publicado en 2012 tras dos años de luto. «Sé que estoy viva porque respiro, pero ahora mismo soy un corcho que va flotando por encima del aceite», afirmaba sin consuelo. El disco había sido concebido y producido por su padre, el genial Enrique Morente, fallecido a los 67 años tras una operación de cáncer de esófago. Todavía encoge el corazón recordar aquella escena en la que Estrella, transfigurada en virgen dolorosa, entona desde las entrañas la Habanera imposible de Carlos Cano, derrumbándose de pena sobre el féretro. Considerado el mayor renovador de la Historia del flamenco, el cantaor granadino se despidió abruptamente de este mundo el 13 de diciembre de 2010, después de que su familia denunciara al cirujano que le operó, Enrique Moreno, por presunta negligencia médica. No obstante, la demanda quedó archivada en 2013 tras considerar el juez que «no se había justificado debidamente la existencia del delito».

Si es cierto que una persona nunca muere del todo mientras se la recuerde, cuatro años después de su fallecimiento, «el Picasso del flamenco» sigue más vivo que nunca. No solo porque su figura resucita cada vez que alguien escucha su música, sino porque la niña de sus ojos es la legítima heredera de su legado y nunca ha dejado de avivar su memoria.

PREGUNTA. ¿Sigue caminando a tientas, desorientada, o el paso del tiempo va cerrando las heridas?

RESPUESTA. Aquella muerte tan horrible e injusta nos partió por la mitad, pero la vida te va enseñando. Más que conformismo, porque cuanto más madura uno menos se conforma, empiezo a sentir cierta serenidad.

En efecto, la mujer doliente ha dado paso a una más serena e ilusionada. Y en esa renovada ilusión tienen mucho que ver dos duendes artísticos, grandes amigos de su padre, que la han ayudado a salir del trance: el director de cine Fernando Trueba y el coreógrafo Víctor Ullate. El primero es el productor de su último disco, Amar en paz, y el segundo le propuso participar, como cantante, en su versión de El amor brujo, ballet que estrena hoy en el Teatro Real. Sin duda, un broche de lujo repleto de trabajo y buenas sensaciones. A lo largo de 2014, la cantaora ha participado en la gira Flamenco Fusión por Estados Unidos, ha actuado en un homenaje a su padre en la 18ª Bienal de Flamenco de Sevilla y ha protagonizado el cortometraje Caen piedras del cielo, dirigido por Rafatal e inspirado en el escándalo de los niños robados. También ha sido nombrada directora de la Cátedra Internacional de Flamencología, promovida por la Universidad Católica de Murcia y la Fundación Cante de las Minas. «Cada vez que me recuerdan lo de la cátedra me sonrojo, me sale la parte infantil», confiesa un tanto sofocada. «Sé que hay muchos artistas con más trayectoria que yo, sabios de este oficio que desempeñarían muy bien este puesto. Yo no sé dar clases de flamenco, y ni siquiera elijo a los profesores. Por eso, creo que se han apoyado en alguien joven que lo ha entregado todo al cante desde niña». Su primera ponencia no ha sido una erudita conferencia, sino una misa flamenca que ofició el pasado 4 de diciembre en el Monasterio de los Jerónimos de Murcia a beneficio de Cáritas.

Hija de payo y gitana, la primogénita del cantaor Enrique Morente y la bailaora Aurora Carbonell, lleva el flamenco en las venas. «Hace poco, mi madre nos puso un vídeo casero donde yo, con 7 años, salía cantando Ay, ay, Pepita, la descoloría, unas alegrías de Chano Lobato. Con eso está dicho todo», sentencia quien, junto a sus hermanos Soleá y Kiki, también flamencos, se crió en El Albaicín, en una casa de puertas abiertas asomada a la Alhambra. Inconstante en los estudios («en 8º de EGB lo suspendí todo») a los 15 años acompañó a su padre a un concierto en Formigal (Huesca) y al acabar le soltó: «Como comprenderás, no vuelvo al colegio ni muerta, quiero hacer esto toda mi vida». Al principio, el patriarca se resistió, pero el talento y la cabezonería de la niña se acabaron imponiendo. Cuando cumplió los 16, le dio su bendición.

A sus 34 años, ha conmocionado a Peter Gabriel con su tema Los pastores; ha prestado su voz a Penélope Cruz en Volver, la película de Almodóvar, e incluso se ha atrevido aaflamencar el himno romántico Ne me quitte pas. No en vano, la heterodoxia, el riesgo, las inquietudes y el valor son la marca de la casa.

Recién llegada de gira por varias ciudades europeas, y en vísperas de la misa flamenca en Murcia, Estrella Morente Carbonell nos recibe en su casa de Málaga con las canciones deAmar en paz de fondo. Una «declaración de amor» a la música brasileña que ella interpreta con jonda dulzura acompañada a la guitarra por el Niño Josele. «Este disco empezó a forjarse cuando mi padre vivía. Él y Fernando Trueba, una de las personas más románticas que yo he conocido, con una gran capacidad para compartir, eran grandes amigos y ambos disfrutaron mucho con la selección de los temas. Gracias a este tesoro he podido conocer el repertorio clásico brasileño, desde 1910 hasta Caetano Veloso: Mañana de carnaval, Baile del desamor, Y machacó mi corazón…», explica. Para el «maestro Trueba», como Estrella le llama con un respeto antiguo, «son canciones que yo sentía próximas a ella, a su estilo, su voz, a su carácter, aunque aparentemente pertenecieran a otra cultura, a un universo musical lejano, ajeno». Que esta «carta de amor» emociona es algo que la cantaora suele constatar en casa: a su marido, el torero Javier Conde, padre de sus hijos –Curro y Estrella, de 12 y 9 años– se le eriza la piel escuchándola.

Entre otros intérpretes, la granaína ha interiorizado a Jobim, a Francis Hime o a Dolores Duran, a quien ahora admira tanto como antes veneraba a La Niña de los Peines. «Creo que estas dos mujeres son dos columnas, dos referentes de fantasía artística y de conducta humana excepcional. Más que mujeres bellas, tenían una expresión muy clara, con dos ojos vivos que se te clavaban. Respetaban mucho el escenario y ayudaban en casa. Las dos tenían manos de mujeres trabajadoras».

P. «Estrella Morente tiene que decidir qué tipo de artista quiere ser: si flamenca o folclórica; la línea es fina, y a veces la roza», dijo un crítico sobre usted. ¿Le ofenden este tipo de disquisiciones?

R. Yo siempre he tenido la identidad muy clara. Mi padre decía que yo era cantaora y cantante, porque era músico, y los músicos pueden ser ambas cosas. Si te acompañan tus facultades y puedes llegar a una nota, ¿quién te lo puede prohibir? ¿Por qué no puedo hacer algo diferente a lo que estoy acostumbrada? Que haga un disco de música brasileña no significa que sea una flamenca impura o irrespetuosa con sus orígenes. Yo he bebido de grandes como La Niña de los Peines, Manuel Vallejo, Marchena o Caracol, y me siento cantaora flamenca por encima de todo, pero además soy una enamorada del arte, y eso me ha hecho libre.

Para la sesión de fotos se presenta «con naturalidad, la cara reluciente, necesitada de contar cosas con la expresión iluminada. A veces tienes un traje maravilloso y unos zapatos extraordinarios, pero te sientes vacía porque no tienes nada que contar», reflexiona esta amante de la moda mientras elige prendas de su propio armario: camiseta Bob Dylan de algodón, americana, pantalones de pitillo… «He querido contar este disco siendo mi propia estilista, desde la sencillez», añade tras adornarse con un único pendiente: el que le regaló la actriz Terele Pávez durante el rodaje de Caen piedras del cielo, donde interpreta a una madre soltera y luchadora a la que le roban el hijo. «Para mí, Terele fue como una segunda madre, me protegió muchísimo. En el cine no tengo método; me considero una humilde aficionada, igual que en el cante». Anteriormente tuvo varias propuestas para hacer cine y teatro. Incluso la tentaron para participar en el musical Ay, Carmela. «Pero no me sentía preparada, honestamente».

Para lo que sí se siente preparada es para interpretar El amor brujo de Falla (versión de 1915) en el Teatro Real. «El otro día me llegó el vestido, espectacular, y solo tuvieron que cogerme un par de alfileres. ¡Buena señal, no hubo que ensanchar!», se ríe. «Estoy a disposición del maestro Ullate para los ensayos. Me ilusiona tanto volver a interpretar a Candela… Me siento parte de esa música, de esa gitanería, de ese Romance del pescador. Tuve la suerte de hacer esta obra en Figueres, junto a la orquesta de Cadaqués, y me sentí muy libre y misteriosa en el escenario. Me veía corriendo de niña por las callejuelas del Albaicín».

P. No es la primera vez que actúa en el Real, pero supongo que su majestuosidad le seguirá imponiendo.

R. Es el teatro por excelencia, el sitio donde uno sueña con cantar algún día. Mi padre era abonado y nos llevaba a estrenos brutales, aparte de que fue uno de los primeros flamencos en actuar allí. En el Teatro Real me siento como una reina metida en un cuadro, aunque en este caso soy una humilde cantaora que colabora en un montaje moderno y maravilloso.

En cierta ocasión, tras asistir a un recital de Estrella Morente, el coreógrafo Víctor Ullate se paró a saludarla. «Tienes un porte de mujer de Romero de Torres. Qué nuca, qué espalda», le dijo. «Te lo debo a ti. Estuve un año estudiando ballet en tu escuela de Madrid», le sorprendió la cantaora. Para Ullate, «Estrella es un ángel. Generosa, natural, humilde… Podía ser una diva, pero es alguien cercana con la que se puede hablar de todo. La quiero a rabiar. Voy a hacer que esté espléndida en su papel de Candela».

No hace mucho, Ullate estrenó El sur en los Teatros del Canal, un espectáculo que aúna los universos de Enrique Morente y García Lorca. En esta coreografía inspirada en Yerma las voces de padre e hija suenan perfectamente ensambladas. «Para mí es muy importante que Víctor le rinda homenaje. Ambos se querían muchísimo y sentían una admiración mutua, como ocurría con Fernando Trueba, Leonard Cohen o José María Sicilia. Estamos recibiendo cosas tan bonitas que no hay palabras para agradecerlo», afirma. Especialmente satisfecha se siente de la exposición Universo Morente, un tributo a través de la música, la escena, las artes plásticas y la poesía que se inauguró en agosto en el Palacio de Carlos V de Granada. Allí pudieron verse pinturas y esculturas de Aurora Carbonell, la viuda del artista. «Mi madre ha canalizado su dolor a través del arte. Yo pensaba que había un genio en casa, pero eran dos».

P. ¿Le abruma la responsabilidad de seguir la estela de su padre, tan rupturista como para grabar Omega con Lagartija Nick?

R. Yo he seguido a mi padre siempre, como un perrillo. Desde chiquitita hasta que se fue de mi lado. Oliendo lo que él olía, escuchando lo que él escuchaba, mirando lo que él miraba. Si se paraba a mirar la Alhambra, yo la contemplaba con él; si miraba una flor, también lo hacía; si escuchaba a Caracol, a Marchena, a Vallejo, ahí estaba yo; como si escuchaba a Frank Sinatra, a Billie Holyday o a Jobim. Él decía: «Estrellita es mi sombra».

P. ¿Cómo ha encajado que la denuncia que interpuso su familia por presunta negligencia médica quedara definitivamente archivada?

R. No lo podemos encajar. Que una persona muera de la noche a la mañana y se tenga que personar la policía en la clínica porque la familia ha denunciado al cirujano, y que a pesar de ello los responsables no faciliten el informe médico, eso es un delito. Un delito agravado por la denegación de auxilio que todo ser humano merece. ¿A qué hora entró mi padre al quirófano? ¿Estaba allí el médico cuando se desangró? Hay que respetar a la Justicia, como hemos hecho. Pero la Justicia no nos ha respetado a nosotros: nadie nos ha dado una respuesta, y no entendemos que no se quiera llegar hasta el final de la investigación. Nosotros vamos a seguir buscando la verdad. Mi padre alzaba su voz contra las injusticias. ¿Cómo vamos a encajar esta falta de honestidad?

P. ¿A qué se agarra para seguir adelante?

R. A mi familia, a mi profesión, al cante, que es mi mejor herencia. Me agarro a mi jacaranda, a la que mimo y cuido. Y a mi abuela Rosario, la madre de mi madre, que fue bailarina de Marchena y de Lola Flores. Tiene 84 años y es mi mejor amiga. No estoy atada a nada, no necesito nada para ser feliz. Me basta la sonrisa de los míos. Pero además tengo una misión.

Escena de El amor Brujo.
Escena de El amor Brujo.

P. ¿Se refiere a la misión de dar?

R. Sí, por eso me llena tanto dar esta misa flamenca a favor de Cáritas. No estoy en este mundo solo para cantar, sino para ayudar. Me hace gracia que la gente piense que soy rica… Todo lo que gano lo doy. Literalmente. Tengo mucha familia, muchas casas que atender, y hay que estar ahí para cuando los demás te necesitan. Si gano 10 doy ocho, me quedo con uno y guardo otro. Vivo al día. Se sorprendería si viera mi cuenta corriente. Eso sí, lo último que voy a hacer es quejarme. Sería faltarle el respeto a quien cobra 400 euros al mes y tiene que mantener a un par de hijos. Me encanta la moda, pero antes que comprarme un abrigo caro prefiero colaborar con la ONG Educo, que trata de paliar la malnutrición infantil con becas comedor. Ahora me siento más serena, pero si eres un poco consciente resulta imposible ser feliz del todo.

De estreno en el Real

Para Víctor Ullate ha sido un «regalazo» que Estrella Morente acepte colaborar en su versión de El amor brujo, coincidiendo con el centenario del célebre ballet de Falla (1915). La cantaora interpretará a Candela, una muchacha gitana cuyo amor por Carmelo se ve atormentado por el espectro de su antiguo amante. Ullate estrenó esta coreografía el pasado verano en Vichy (Francia), pero entre hoy, 29 de diciembre, y el 3 de enero presentará en el Teatro Real una apuesta musical que será mucho más rompedora. La inclusión del grupo de dark ambient In Slaughter Natives se suma a los efectos musicales creados por Luis Delgado. «Se trata de conducir al espectador a una travesía entre la vida y la muerte, un viaje hacia el más allá», afirma. Con momentos de gran belleza, como Canción del amor dolido, Romance del pescador o Canción del fuego fatuo, el ballet incluye tres canciones populares escritas por Falla (Nana, Polo y Asturiana ) además de una variación de Paco de Lucía para José, el eterno amante.

Más información. El amor brujo se representa en el Teatro Real los días 29 y 30 de diciembre y 2 y 3 de enero. www.teatro-real.com. El disco Amar en paz ya está a la venta. www.estrella-morente.es

Un comentario

  1. Esta recuperacion podra verse en el Teatro Real los dias 29 y 30 de diciembre, y tambien los dias 2 y 3 de enero, esta ultima jornada con doble funcion.

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