Cincuenta años de ‘dolce vita’ en Sotogrande

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La gran urbanización ideada por el coronel estadounidense Joseph Mc Micking celebra en 2012 sus Bodas de Oro. Lejos de la ostentación, sus moradores siguen viviendo de puertas para adentro.

Sotogrande nació por una jugada del azar. En 1962, un directivo de Swiss Air decidió regalar unos vuelos a los ejecutivos que usaban las líneas aéreas de su compañía. Uno de estos billetes llegó a manos de Fredy Melián, que por entonces trabajaba en Ayala Corporation (grupo inmobiliario con sede en Manila) y estaba planeando sus vacaciones. Aprovechando los pasajes, decidió viajar a España y conocer el país de sus ancestros.

Su estancia no fue precisamente relajada. Antes de partir recibió una llamada de su jefe, el coronel y empresario norteamericano Joseph Mc Micking, para encargarle la búsqueda de terrenos en nuestro país. Las directrices para construir una urbanización de elite en España, al estilo de las que construía en Filipinas, eran claras: la finca debería tener al menos un kilómetro de costa, agua en abundancia y facilidad de acceso.

Fredy regresó de su viaje con un sinfín de propuestas (incluso llegaron a ofrecerle la isla de Formentera) y, tras un estudio exhaustivo, Mc Micking y sus sobrinos Jaime y Enrique Zobel decidieron comprar la finca de Paniagua, en el Campo de Gibraltar. Posteriormente se adquirieron cuatro cortijos limítrofes: Sotogrande, Valderrama, El Conchudo y Los Cano. Un pequeño paraíso de 1.317 hectáreas regado por el río Guadiaro y a un tiro de piedra del Peñón de Gibraltar.

El Club de Golf de Sotogrande a finales de los años 60.El Club de Golf de Sotogrande a finales de los años 60.

El prestigioso arquitecto Robert Trent Jones fue el encargado de diseñar y construir el campo de golf en torno al cual se desarrollaría la exclusiva urbanización. Cincuenta años después, este resort privado en el municipio de San Roque (Cádiz) sigue siendo uno de los más exclusivos de Europa.

En 1965 ya se habían terminado el campo, el club y los primeros bungalows. Sotogrande empezó a sonar en los circuitos internacionales de golf y el boca a boca atrajo a los primeros compradores, casi todos extranjeros. Para facilitarles la estancia, se construyó el Hotel Tenis (un complejo deportivo con dos canchas de tenis y dos piscinas) y se habilitó una barra de bebidas frente al club de golf, germen del que luego sería el Club de playa El Cucurucho.

Mc Micking y el resto de accionistas no tenían prisa por edificar. Su ambicioso proyecto, que arrancó con un capital social de 100 millones de pesetas y no dependía del crédito de los bancos, buscaba la rentabilidad a largo plazo. «Cuando toda la tierra haya sido vendida, las instalaciones serán nuestras y muy valiosas. Tendremos una especie de audiencia cautiva y hasta que la idea madure tendremos que sentarnos a esperar al menos 10 años. Como un buen Camembert», declaró en 1967.

CONTROL TOTAL. Para él, «un Sotogrande basado en el dinero sería la sociedad más horrorosa que pueda imaginar». Por eso, el control sobre el tipo de casas y el perfil de los compradores de las parcelas fue muy estricto desde el principio. Como apunta Eduardo Fernández-Martos Machado en el libro Sotogrande 1961-2001, esta rigurosa selección «disparó el interés por invertir en ese concepto nuevo, exclusivo y conservador de desarrollar el suelo».

Enseguida se formó una pequeña comunidad de entre 15 y 20 casas, la mayoría pertenecientes a americanos, filipinos o franceses. Uno de los primeros en llegar fue George Moore, presidente del First Nacional City Bank de Nueva York, quien atrajo hasta la finca a sus estilosas amistades (desde Spiro Agnew, vicepresidente de Estados Unidos, hasta Jackie Kennedy o María Callas).

Joseph Mc Micking, magnate y coronel estadounidense, además del fundador del complejo gaditano.Joseph Mc Micking, magnate y coronel estadounidense, además del fundador del complejo gaditano.

Entre los pioneros sólo había un puñado de españoles. El abogado Antonio Garrigues Walker fue uno de ellos. «Apenas éramos unas pocas familias: los Lladó, los Benjumea, nosotros… No podíamos imaginar en lo que se iba a convertir», dice el letrado, que conoció personalmente al fundador y considera que no ha recibido el reconocimiento que merece. «Joseph Mc Micking era un hombre con ideas grandes, especialmente amable y positivo, que elevó el nivel de exigencia de las urbanizaciones residenciales», explica. Propietario de una casa, un apartamento y un barquito de siete metros con el que sale a pescar, Garrigues destaca dos de los mejores campos de golf de Europa -«Valderrama es el número 1, y el de abajo es aún mejor»-, un microclima especialmente saludable y un enclave geográfico lleno de misterio por su cercanía a África. «Echo en falta un poco menos de ruido y algo más de pesca». Las obras teatrales que escribe y dirige este dramaturgo amateur son un clásico veraniego. «La pieza de este año se titula El silencio y la belleza, una reflexión sobre la manipulación de la belleza», avanza.

A partir de 1969, con el cierre de la frontera con Gibraltar, se fue ralentizando la llegada de extranjeros. Hasta mediados de los 80, Sotogrande se españolizó. Aquel paraíso era económicamente insostenible. En 1977, la sociedad promotora de la finca (Sotogrande S.A.) perdía dos millones de dólares. El constructor Juan Miguel Villar Mir acudió al rescate levantando apartamentos en el margen izquierdo del Guadiaro. A los apartamentos le siguieron el club de playa El Octógono y un puerto deportivo. Poco a poco, aristócratas y financieros dieron paso a una pujante clase media formada por arquitectos, abogados, notarios… Animado por este auge, a comienzos de los 80, Jaime Ortiz Patiño se empeñó en construir el mejor campo de golf de Europa: Valderrama. Y vaya si lo consiguió. En 1997 fue sede de la Ryder Cup. Por desgracia, el paulatino desarrollo urbanístico de la finca fue dejando algunos cadáveres por el camino: fue derruido el emblemático campo de polo La Playa, construido por Enrique Zobel junto al mar, uno de los más bellos del mundo; se demolió la discoteca Óscar…

FAMILIAS DE POSTÍN. Medio siglo después, el sueño de Joseph Mc Micking sigue vivo. Cinco campos de golf, 11 canchas de polo, un centro ecuestre, un puerto deportivo, tres hoteles y 5.400 viviendas (entre villas, chalés, pareados y apartamentos, la mayoría segundas residencias) conforman este exclusivo universo que se extiende a lo largo de 2.000 hm2. Sotogrande sigue atrayendo a familias españolas de postín como los Entrecanales, los Botín o los Mora Figueroa, pero también a empresarios, cirujanos, abogados, jugadores de fútbol, modelos y hasta presentadoras de televisión. Españoles, británicos y rusos son los principales clientes, adinerados y discretos. La promotora estima que durante el mes agosto, el de mayor afluencia, la urbanización acoge a 27.000 habitantes.

La urbanización fue construida por el arquitecto Robert Trent Jones en torno al único campo de golf. Actualmente existen once.La urbanización fue construida por el arquitecto Robert Trent Jones en torno al único campo de golf. Actualmente existen once.

Lejos del brillo y la ostentación de la vecina Marbella, las vacaciones en familia, el deporte al aire libre, la tranquilidad y la privacidad siguen siendo sus señas de identidad. Un plácido estilo de vida que algunos califican irónicamente de Tostongrande. «Aquí se vive de puertas para adentro y se recibe mucho en casa. Todo gira en torno al deporte. No hay tiendas de lujo y desentona que alguien vista de Gucci o lleve tacones», resume un familiar directo de Joseph Mc Micking, que prefiere mantenerse en el anonimato por discreción. Después de varios años viviendo en el extranjero, ha regresado a Sotogrande por nostalgia y calidad de vida. «Me da vergüenza decir la suerte que tengo», asegura.

Pero mientras los sotograndinos celebran cenas benéficas o acuden a conciertos solidarios, la promotora no es ajena a la crisis. La compañía perdió 31,6 millones de euros en 2011 (frente a los 21,1 millones de 2010), lo que le ha obligado a despedir a 46 de los 250 empleados, el 18% de la plantilla. Esta adversa situación no desanima a Michael Norton, director comercial de la promotora. «Sotogrande es un mundo aparte. Hace poco, la revista Country Life señalaba que nuestra única competencia en Europa es Quinta do Lago, en el Algarve», señala este ejecutivo británico de 48 años que llegó en 1972, cuando sus padres compraron una casa aquí.

Antonio Garrigues es optimista en su diagnóstico. «Éste va a ser el último año de la crisis y habrá que prepararse para un nuevo periodo de crecimiento del que Sotogrande saldrá beneficiado, porque tiene la estructura adecuada. Su futuro es brillante». El fundador tenía razón: su resort de lujo ha madurado como un buen Camembert.
Más info: www.sotogrande.es

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