Chema Conesa. Homenaje a un gran fotógrafo

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Ha pasado 35 años de su vida detrás de un objetivo y, a sus 62, llega la primera gran exposición de Chema Conesa. Profesional riguroso, imaginativo y eficaz, ha resuelto un sinfín de portadas en las condiciones más adversas.

Por Juan Carlos Rodríguez

Quizá no le pongan cara (él siempre está detrás del objetivo), pero es muy posible que reconozcan su particular mirada: las imágenes en papel cuché de un mirón empedernido. Durante los últimos 35 años, desde la Transición hasta hoy mismo, Chema Conesa (Murcia, 1 de enero de 1952) ha retratado a los personajes más relevantes de la sociedad. Políticos, escritores, artistas, empresarios, deportistas y, en general, cualquier persona con algo que contar. Un «currito de la fotografía, por vocación y por afición» que ha trabajado siempre por encargo, fundamentalmente para las revistas dominicales de El Mundo y Expansión (La RevistaMagazine y Fuera de Serie), y anteriormente en la de El País. «Nunca he vendido una foto a nadie».

Maestro del oficio, aunque no va de estrella ni se considera un artista, por su objetivo han desfilado desde Adolfo Suárez a Ferran Adrià pasando por Miguel Delibes, Carmen Thyssen o la troupe de Almodóvar. Eso, sin contar sus retratos a figuras internacionales. Él mismo ha seleccionado más de un centenar de fotos para su primera retrospectiva, Retratos de papel, organizada por la Comunidad de Madrid y que se inaugurará el 29 de abril en la Sala Alcalá 31 de la capital. Ya tocaba. Las imágenes que ilustran este reportaje son una pequeña muestra de su talento. Profesional riguroso, imaginativo y eficaz, Chema ha resuelto un sinfín de portadas en las condiciones más adversas. Y aunque «el alma del personaje nunca se puede atrapar», asegura, al menos intenta dar una opinión sobre el fotografiado. Si lo consigue, este gran admirador de Irving Penn y Richard Avedon, se da por satisfecho.

 

Me cita un lunes al mediodía en el laboratorio fotográfico de Castro Prieto, cerca de la Gran Vía madrileña, donde le están imprimiendo las fotos de su muestra. A lo largo de estos 14 años (2000-2014) he tenido el privilegio de trabajar con Chema en el Magazine y en Fuera de Serie, donde fue subdirector y jefe de Fotografía desde 1995 a 2013. Juntos hemos viajado en el coche de Farruquito (con él al volante); hemos visto despelotarse a Rocco Sifredi en su casa de Italia (Chema le sugirió que se cubriese el cazzocon un reloj de pared) o hemos pasado una tarde en la finca de El Cordobés (al torero le sentó mal una pregunta impertinente sobre Manuel Benítez, su supuesto hijo, y en un ataque de rabia me destrozó la casete. La entrevista y las fotos nunca vieron la luz). A veces el hombre no puede con todos sus cachivaches y hay echarle una mano con el flash. O sujetarle el paraguas para que no se vuele. Si la entrevista a la estrella del porno se tituló «Rocco Sifredi es un hombre que disfruta muchísimo con su trabajo», de Chema Conesa podría afirmarse lo mismo. Salvando las distancias, claro.

Trabajando en Fuera de Serie se ha vuelto más sibarita: ha entrado en el Palacio de Liria, en las bodegas de Dom Perignon o en restaurantes triestrellados. Sin la parafernalia de Annie Leibovitz, es capaz de montar una escenografía brillante con los medios que tiene a su alcance. Un ejemplo: para la portada protagonizada por David Muñoz (DiverXO) despegó varias mariposas de atrezzo que adornan las paredes del local y se las colocó en la cabeza…Et voilà!

«Se me hace raro entrevistarte», le digo antes de encender la grabadora. «Y a mí ser el entrevistado», responde en presencia de Jordi Parramón, un exchef que renunció a su estrella Michelin para centrarse en su verdadera pasión: la fotografía. Ha traído material de Cuba y viene buscando la orientación del maestro. «Aquí veo una historia», le alienta Conesa, quien, además de ser un profesional respetado por sus colegas, es también un reconocido editor. Como director de la Colección PhotoBolsillo de La Fábrica, desde 1998 ha editado y publicado casi 100 monografías de fotógrafos españoles de varias generaciones. Ingente tarea a la que hay que añadir la edición de libros sobre autores consagrados (Dorothea Lange, Eugène Smith, Chema Madoz…) y su faceta como comisario de exposiciones. En 2010 fue galardonado en PHotoEspaña con el Premio Bartolomé Ros a la mejor trayectoria española en fotografía, y en 2012 obtuvo el Premio de Fotografía de la Comunidad de Madrid.

Penélope Cruz. Aún no triunfaba en Hollywood, pero esta chica «monísima y natural» ya era consciente de su potencial. El 13 de octubre de 1996 fue portada de La Revista.Tras dar una vuelta por la calle Desengaño en busca de un local sin mucho ruido, acabamos en un restaurante chino. La tele regurgita las pompas fúnebres de Suárez con el fondo musical de una máquina tragaperras. Sí, al mito de la Transición también le robó un instante…

PREGUNTA. ¿Siempre te gustó mirar?

RESPUESTA. Desde pequeñito. Siempre he sido un mirón; siempre me ha gustado observar a los demás. Ante un personaje, lo primero que hago es analizar su forma de ser (aunque mi análisis no tiene por qué ser certero) partiendo de las características que he observado: una forma de mirar, de moverse, de sentarse… Con este ejercicio intento dar una opinión sobre el fotografiado; componer una imagen con un subtítulo que sirva para catalogarle (atrevido, estúpido, arrogante) y que se adecue a lo que me transmite.

P. ¿El objetivo es atrapar el alma del personaje?

R. El alma no se puede atrapar. El objetivo es hacer una foto con la que no estés en desacuerdo, o al menos que no te cause sensación de vergüenza.

P. ¿Recuerdas cuál fue tu primera cámara?

R. Una Nerasport que me regalaron mis padres a los 12 años. A esa edad la veía como un juguete. Ahora tengo una Nikon 800.

P. ¿Podrías hacerme el retrato de tu familia en tres disparos?

R. Mi padre, Francisco, trabajó como funcionario del Instituto Nacional de Previsión, el antecedente de la Seguridad Social, en la época de Franco. Mi madre, Caridad, era una maestra de escuela cuya máxima era que la educación empieza en la casa de uno. Yo, el pequeño de cuatro hermanos, la tuve en párvulos y los coscorrones me los daba a mí antes que a otros niños. Me dejó bien claro que nadie me iba a regalar nada.

Tras estudiar Filosofía y Letras, el joven José María García Conesa se especializó en Historia del Arte, una formación clásica que más tarde influiría en su estilo. En Murcia había hecho teatro, y al poco de llegar a Madrid empezó a cantar en el grupo folk Vino Tinto. Vivió la Transición: «Me lo pasé muy bien; dábamos bolos en salas de fiesta y eso me servía para pagarme los estudios», rememora. En 1976, tras cursar Imagen y Periodismo, entró de becario en Deportes de El País. Harto de que le confundieran con el locutor José María García, empezó a firmar como Chema Conesa.

Al principio compaginaba la redacción con la fotografía, hasta que decidió centrarse en la cámara. «Me daba muchas más satisfacciones». Como reportero de actualidad, cubrió desde los mítines de Carrillo hasta la matanza de los abogados de Atocha, y en 1978 empezó a publicar sus primeros reportajes en El País Semanal. Las revistas le obligaron a poner las luces largas y a centrarse en contar historias. En ese camino, los retratos se convirtieron en su marca.

P. Según Alberto Anaut, comisario de la exposición, «los retratos de Chema Conesa son como él: tranquilos, profundos, brillantes y con una pequeña dosis de ironía o humor». ¿Se fotografía como se es?

Pedro Duque. En esta fotografía del astronauta en Houston (Texas), que fue portada de La Revista el 27 de diciembre de 1998, Conesa consigue aunar tecnología espacial y paisaje campestre.

R. Sí, creo que mis retratos expresan lo que soy: más bien introvertido, como cualquier mirón que prefiere observar de lejos. Como las fotos son de uso público, hay una negociación entre fotógrafo y fotografiado. Yo robo un instante al retratado y, generosamente, este deja algo de sí mismo.

P. ¿Detrás de cada disparo hay un guión previo?

R. No llevo guión, pero sí me gusta documentarme. Viendo fotos del personaje y estudiando de dónde procede, me puedo hacer una idea (absolutamente falsa o supuesta) de lo que es. Esta imagen previa me permite imaginar una posible resolución del retrato.

P. ¿Hay algún personaje que te haya dejado huella?

R. Sandro Pertini me cayó tan bien que le pedí hacerme una foto con él, la única que me he hecho con un personaje en toda mi vida. Al acabar la sesión, me dijo: «Cuando llegues a Madrid, envíame el retrato y te lo dedico». Luego pensé: «¿Pero cómo le voy a mandar una foto al presidente de Italia?». Hasta que un día me llamó personalmente a la redacción para recordármelo…

P. ¿Podemos hablar de un «estilo Conesa»?

R. Ni idea. Soy un fotógrafo clásico al que le gusta la iluminación clásica. No me gusta esa luz exagerada de los grandes platós pensada en quitar defectos. ¿Qué está pasando últimamente? Los personajes prefieren que sean los fotógrafos de moda, especializados en resaltar la belleza, quienes les retraten.

P. ¿Buscas la belleza o buscas la verdad?

R. La verdad en un entorno de belleza. Y prefiero la verdad. Por eso nunca se me ha dado bien la moda.

P. Tengo la impresión de que, liberado de los encargos diarios, estás viviendo un momento dulce.

R. El problema es que me lo paso muy bien haciendo fotos. Y eso también ha sido mi perdición. Mi asignatura pendiente es hacer las fotos que yo decida hacer. He empezado a fotografiar árboles…

P. ¿Crees que tu fotografía perdurará con el paso del tiempo?

R. Ni lo sé ni me importa. He hecho un trabajo y punto. Si a alguien le sirve para pasar un buen rato…

Más información. Retratos de papel, del 29 de abril al 30 de julio en la Sala Alcalá 31 de Madrid. www.madrid.org

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